Queridos lectores y lectoras

No pienso hacer chistes fáciles ni plantear el tema de forma jocosa, la cosa es demasiado seria. Podríamos hablar largo y tendido del Principio de economía y simplificación de cualquier lengua del mundo, o sea, obtener la máxima comunicación con el menor esfuerzo posible.

    25 nov 2011 / 10:37 H.

    Datos y principios científicamente estudiados que hacen que nos planteemos hasta qué punto es sensato utilizar fórmulas correctoras de doble fonema como alumnos/alumnas, niños/niñas, etcétera. Podríamos discutir el papel más descriptivo que prescriptivo de la Real Academia, o podríamos disertar, sin los más mínimos conocimientos lingüísticos por mi parte, sobre la supresión del genérico masculino, término no marcado, pues sirve en nuestra lengua para ambos géneros. Creo, me resulta imposible entenderlo de otro modo, que la lengua no es sexista y que como fenómeno natural ha sido construido por personas, independientemente de su condición sexual. Recuerdo el caso concreto del quechua, lengua indígena hablada en Perú y Ecuador por cerca de diez millones de personas, lengua en la que la estructura morfológica de género se presenta como claramente igualitaria y no garantiza ninguna equiparación social, a pesar del igualitarismo lingüístico. O pienso en el goajiro, lengua indígena de Venezuela, donde el femenino es el término genérico. En las sociedades correspondientes a ambas culturas lo que predominó siempre fue el patriarcado; en fin, que los que mandan son ellos, no ellas. Quizás la cuestión en este debate sea confundir lo sexista con lo sexado. Y eso me recuerda épocas pasadas, y por suerte superadas, en la que generaciones enteras se educaron y criaron con esa obsesión por lo sexado. Quizás necesitemos un nuevo destape, no de braguitas y sujetadores sino de ideas, prejuicios y obsesiones un poco pasadas de moda. ¿No estaremos focalizando el problema y su solución en un punto muerto? Nos debe preocupar el que una persona tenga un sueldo menor por ser mujer, el que un empresario elija antes a un hombre que a una mujer a la hora de contratar a un trabajador, el que el sexo de una persona pueda ser un criterio de selección en los distintos ámbitos de la vida, el tema de los permisos de paternidad, la conciliación de la vida laboral y familiar, etcétera. No todos somos lingüistas ni filólogos o estudiosos de la lengua y el lenguaje, no todos somos académicos, pero sabemos ver en el duro día a día los problemas de las mujeres de este país, en muchos de cuyos aspectos coinciden con los de los hombres. Esa es la cuestión.
    Miguel Ángel Olivares es escritor