Quejas vecinales por el deterioro y la suciedad del Puente Viejo

Olvidado, sucio, lleno de fango, de arbustos, árboles y tierra. Este es el estado del Puente Viejo, monumento de la periferia urbana de Jaén que da la bienvenida al espacio del Puente Tablas. En un estado lamentable, esta pasarela del siglo XVI muere poco a poco en el olvido.

    10 ago 2009 / 09:47 H.

    Existe gran preocupación en Jaén por mantener sus barrios limpios, decentes. Y con ellos, cada uno de los monumentos que adornan y llenan de historia las plazas y calles más céntricas de la capital. No ocurre lo mismo con algunas zonas que, por estar más alejadas de la mirada del transeúnte, terminan en el olvido. Este es el caso del conocido como el Puente Viejo, antigua pasarela construida por el Obispo Alonso Suárez, una de las personalidades más relevantes que hubo en la ciudad.
    El puente se levantó en el siglo XVI sobre las aguas del río Jaén  En sus mejores tiempos, sus piedras soportaron el paso de asiduos visitantes que debían pagar un peaje para poder cruzarlo. Hoy yace entre el espesor de matorrales, sauces derribados y sedimentos que fueron a parar allí  en los días de riada. El enlace, con uno de sus tres ojos cubierto de fango, lleva unos seis años “tuerto”, hasta que con el paso del tiempo quede completamente ciego.
    “Esto es una pena, con lo bonito que es”, dice Pedro García Molina, presidente de la Asociación de Vecinos Puente Ibérico. Él vive a dos minutos del puente y recuerda con nostalgia el aspecto que tenía la construcción antes de que el tiempo y la dejadez hicieran estragos. Además, se pregunta en qué estado se encontrará dentro de un par de años más. “No es sólo cuestión de estética, o de que se trate de un monumento con historia, sino que hay que tener en cuenta la seguridad de los chalés colindantes, ya que si se estrecha el cauce del río a consecuencia del fango, subirá el nivel del agua y existe la posibilidad de desbordamiento e inundación de las casas de al lado”.
    Hace unos once o doce años se prohibió el paso de vehículos por este histórico puente, con el objetivo de conservarlo. Sin embargo, el cieno y las raíces de los árboles continúan resquebrajando las majestuosas piedras de la estructura. Se han colocado focos que iluminan toda la pasarela como si de una obra maestra se tratara, en cambio, nadie se responsabiliza de su limpieza y conservación. Son los propios vecino los que, en un intento de mantenerlo vivo, recogen las rocas desprendidas y las guardan por si algún día alguien decide preocuparse por ellas. Una nueva estructura, conocida como el Puente Nuevo, descansa junto a la vieja, por la que pasan ahora los coches. Mientras tanto, pasa el tiempo, como comenta Pedro García, y “ni el Ayuntamiento ni la Diputación ni Cultura se hacen responsables de ella”.
    Esta instalación situada en la carretera de Torrequebradilla, descubre el cerro donde se encuentra el poblado ibérico más grande de Andalucía. Rodeado de historia, que se respira en su atmósfera, tendrá que esperar hasta que sea reconocido como tal.
    María José Ortega / Jaén