Quejas contra la zona azul por “exigir” los pagos exactos
Es una escena que parece una broma, pero que acaba por provocar quejas de ciudadanos. Un conductor deja su vehículo en zona azul y contrata un tiempo de estancia de dos horas, que cuesta un euro y cinco céntimos. El hombre en cuestión se dirige a la máquina para introducir el dinero. De pronto se da cuenta de que, por ejemplo, solo tiene dos monedas de euro. Las introduce y el tique no sale. El parquímetro devuelve el capital. Lo intenta de nuevo. Mismo resultado. Pasa el tiempo y no hay manera. La situación solo puede desbloquearse de una forma: con el precio justo. Es decir, una moneda de un euro y otra de cinco céntimos. O sencillamente introducir la cantidad —con tantas combinaciones como sea posible— sin exceder el valor.

“Si vas al centro a hacer recados, lo normal es que aparques todo el tiempo posible. Como mínimo, un par de horas”, explica un usuario que prefiere mantenerse en el anonimato. Como vive fuera de la capital, acostumbra a utilizar el parquímetro. Y ha aprendido la lección: nunca saldrá de casa sin una moneda de cinco céntimos. “Es frustrante. Si le echas al parquímetro un euro y diez céntimos, no sirve. Te quedas sin poder hacer nada”, critica.
Este usuario no olvidará lo que ocurrió el pasado 27 de septiembre en una zona azul de la ciudad. Dejó el coche parado, detrás de la Subdelegación del Gobierno, con la tranquilidad de quien realiza un trámite cotidiano. Al bajarse del auto y echar mano al monedero se dio cuenta de que, aunque metía más del precio demandado por dos horas —un euro y cinco céntimos—, la máquina no respondía, únicamente devolvía la cantidad como si estuviese rota. Entonces intuyó lo que es una realidad en los parquímetros de la capital: hay que introducir la cantidad exacta. “Lo peor es que no sabes qué hacer. Esperé durante casi veinte minutos para que un viandante me cambiara una moneda de diez céntimos por dos de cinco”, recuerda el jiennense.
sistema. El anacronismo de las máquinas propicia situaciones esperpénticas. “Me ha pasado en diferentes sitios de Jaén como, por ejemplo, en la calle Millán de Priego. Te acercas a alguien para pedirle la moneda que te falta y cree que le vas a robar. Ya me ha ocurrido de todo”, resume, con humor, el usuario. “También es cierto que he topado con gente amable, que alguna vez ha vivido lo mismo y te da cambio enseguida o, directamente, te proporciona lo que necesitas”, dice.
Los precios en los parquímetros varían, lógicamente, en función de la cantidad de tiempo contratado. El mínimo es veinte minutos por un precio de treinta céntimos. Estar cuarenta minutos vale cuarenta y cinco, mientras que la hora tiene un precio de cincuenta y cinco. Los usuarios encuentran el mismo problema en cualquiera de las opciones: la imperiosa obligación de ser matemáticamente exacto en el pago. “En sitios como en las proximidades del hospital, donde suele aparcar gente mayor, he tenido que ayudarlos porque acertar con el monedero les supone una odisea”, señala. “No es normal que pase esto en una ciudad. Se deben modernizar las máquinas”, concluye.