Que reinen la cordura y el sentido común
b Desvelados. Una familia no duerme desde hace semanas y no, precisamente, por el calor. Si alguien no lo remedia, y rápido, una entidad bancaria va a echarlos de su casa el viernes que viene por una deuda de 12.000 euros que ellos, además, no se niegan a saldar.
¿Qué se ha torcido en esta historia para llegar a este extremo? Según relatan, todo es fruto de una bola que fue creciendo desde 2008 y que ellos desconocían, hasta desembocar en la notificación de embargo, ya sin aparente marcha atrás. Eso sí, tienen de su parte a todo un barrio, que los arropa, pero tan humildes como ellos mismos, que tienen de ingresos poco más de 400 euros al mes. Así que no les va a resultar fácil convencer a la entidad financiera de que están dispuestos a pagar para evitar verse en la calle. Pero lo que está más que claro es que este tipo de asuntos se solucionan con una simple llamada a la cordura. Dicen que lo que se arregla con dinero no es problema. Y si el problema son doce mil euros, más todavía. Eso se lo gasta en comidas cualquier director de sucursal al año. Otra cosa es que no haya voluntad de darle arreglo.
b En dique seco. La infraestructura del tranvía se deteriora a la vista de todos, mientras los políticos se dedican a cruzarse ataques verbales e informes de viabilidad realmente interesados. Cada uno barre para su casa, mientras que el flamante trazado, antes verde impoluto, se convierte en un foco de suciedad. Esta semana presentaba Rafael Valdivielso el estudio que supuestamente acredita que el tranvía es más rentable que el bus urbano, pero sin comparar el servicio que prestan uno y otro, claro. Si tan convencidos están los socialistas de sus bondades, insisto, que con ese informe de viabilidad pidan créditos bancarios, creen una sociedad y lo gestionen ellos, en lugar de lastrar de por vida las vacías arcas municipales y, por ende, el bolsillo de todos los jiennenses. Una forma de demostrar con hechos lo que tanto nos venden con palabras todos los días. ¿Utópico? Claro. Imposible, para ser más exactos, pero desbloquearía el asunto de una vez por todas y los jiennenses volverían a ver por fin los vagones subiendo y bajando, dando vida a la ciudad. Al final lo echará a andar Fernández de Moya, sí o sí, no le queda otra, pero la guerra que va a dar mientras tanto comienza a ser un suplicio.