¿Qué hacemos con el tranvía?
La cercanía de las elecciones municipales sitúa como inaplazable la toma de posición, por parte de las diferentes opciones políticas, sobre qué hacer con el tranvía de Jaén.
Una obra de 120 millones de euros que se muestra como una enorme cicatriz en el centro de la capital, suponiendo una vergüenza para propios y una enorme perplejidad para extraños. La nula previsión y las riñas partidarias nos hablan de la talla política de nuestros dirigentes, que permiten que la inversión llamada a dinamizar la vida económica y social de la ciudad se convierta en su principal asfixia. Pero ¿qué hacemos?, dejando atrás, por inútil, el recurrente “nunca se tendría que haber hecho” podemos plantear dos opciones básicas: desmantelarlo o ponerlo a funcionar e intentar optimizarlo. La primera opción la considero directamente inasumible por la población, no solo por el coste económico, sino por el brutal ataque a la propia dignidad del ciudadano. De forma que, desde mi punto de vista, solo queda la opción de utilizar esta infraestructura con sentido común, toda una novedad. Para este propósito no está de más mirar construcciones similares de nuestro entorno. Los metros de Granada, Málaga o Sevilla con presupuestos mil millonarios acumulan sobrecostos en torno al 100%, prolongados retrasos y el precio del billete dista de cubrir los costos de explotación, diferencia que es subsanada por las administraciones. Concretamente, el metro de Málaga ni siquiera está terminado y su ocupación no es la estimada, algo que se espera paliar cuando se complete el trazado. En el caso de Jaén, el billete necesitaría de subvención pública, algo que parece práctica común, y el trazado debería extenderse por zonas como la Avenida de Andalucía de forma que la ciudad cuente, en un futuro próximo, con un transporte público verdaderamente útil, amable con el peatón y vivible, que atraiga tanto a ciudadanos como a empresas. Clausurando lo antes posible el bochornoso espectáculo de disputas palaciegas y mediocridad manifiesta que el jiennense de a pie no merece.