Qué bueno es aplaudir las buenas cosas

Dejarse llevar por los buenos vientos es sano ejercicio de convivencia con el presente y con el futuro. Es más, buscarlos incluso es apuntarse directamente a la teoría del optimismo impenitente, el que nos hace caminar siempre de pie, aunque doblemos la rodilla de vez en cuando. No desanimarse debería tener receta y cuando entrásemos en google obligado buscar dónde corren buenos vientos, para irnos rápido en su busca, atraparlos en un santiamén y caminar a su rebufo.

    17 jun 2012 / 08:41 H.

    No los hay lejos, que ejemplos para sumarse a la senda de la buenaventura tenemos muy cerca. Algunos son anónimos, conocidos tan solo en su círculo más cercano, pese a su impronta de gente capacitada, otros incluso han traspasado fronteras pero nadie nos señaló nunca sus gestas y los hay que viviendo de espaldas a este mundo de fanfarria, sin ellos sería imposible valorar lo mucho que nos falta para ser mejores personas.
    Hay un día al año que se juntan todos los astros para señalar los buenos vientos y a decir verdad, podrían ser muchos más los señalados, pero bien vale pocos y sonoros ejemplos que subrayar para con paso firme acomodarnos a su senda día tras día. Este periódico pone el altavoz a un jurado representativo de la sociedad civil, que elige a los Jiennenses del Año, una señera Galería de Ilustres que atesora viento propio, rico en todo, más aún en bandera que debemos izar con orgullo jaenero. Y se han vuelto a entregar estos premios en una ceremonia, santo y seña de esta ciudad y de esta provincia, con un aplauso público como jamás se sentía en mucho tiempo. Aplaudir las buenas cosas vivifica una sociedad y aplaudir con muchas ganas nos llena por dentro. Siempre, pero ahora especialmente porque todo lo que publican los periódicos y vemos por la tele es malura, tristeza, desesperanza, ansiedad por el mañana. Que gente a la que estimamos sea reconocida por lo que hace nos llena por cercanía y amistad. Que gente a la que ni conocíamos sea premiada públicamente hace que aflore nuestra inopia, pero también nos lleva a la conclusión de que otra Jaén es posible si decididos estamos a cambiar definitivamente el sino de la historia. La capacidad de transformación de una sociedad como la nuestra tiene en los Jiennenses del Año un exponente vivísimo de esa fortaleza que nos circunda y a la que a veces dejamos de mirar o puede que incluso no nos percatemos de su existencia. De ahí el valor en estado superlativo que tiene un acto como los Jiennenses del Año para señalar esa ejemplaridad. No van a dejar de hacer lo bueno que hacen de un día para otro y seguramente, tras su proclamación en esta nueva edición, redoblarán sus esfuerzos para crecer, porque ahora la tierra que les vio nacer se sienta orgullosa de tenerlos en ese escaparate tan bonito de unos premios que da la gente de Jaén a la propia gente de Jaén para que Jaén siga creciendo.

    Muy personal
    Timpik: Cuando la juventud es divino tesoro y las ganas potentes músculos de futuro.

    Andaraje: Una trayectoria de 40 años se escribe con letras de cultura bien grandes.

    Hockey Alcalá:
    El deporte como compañero de una sociedad rica en valores y vida.

    Santo Reino: Ejemplo de empresa familiar y de superación en estos tiempos tan duros.

    Manuel Medina: Agricultor, policía, bancario, abogado, escritor... ¡Pasó por todo!uAndrés García: Habla el hermano de un ser maravilloso que da  su vida por los demás.