"Estoy muy feliz, me lo curré desde los nueve años"

No cabía en su propia alegría la bailaora María Rosa Orad cuando conocía, ayer, que el Gobierno le concedió el viernes la Medalla de Oro al Mérito del Trabajo. A sus setenta y tres años, la iliturgitana ha mostrado su creatividad en la danza desde los nueve años hasta la actualidad sobre los escenarios de España y de medio mundo, también al frente de su propia compañía de ballet. Entre sus galardones destacan la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes.

    05 dic 2010 / 09:50 H.

    “¿Cómo? ¡Me entero ahora! Patricia, que me han dado la Medalla de Oro al Mérito del Trabajo!”. Eran las palabras de la ilusionada y emocionada María Rosa Orad a su hija cuando conocía —en la entrevista que le hacía este periódico— el galardón que el Ministerio de Trabajo e Inmigración le hacía por su larga trayectoria y carrera de éxitos. Y es que, desde que se hicieron públicas las treinta y cinco concesiones que el ministro Valeriano Gómez aprobó el pasado viernes, la de Andújar no fue informada por ningún medio.
    “Siempre valoré los premios que tengo, pero echaba de menos el de la Medalla del Trabajo y por fin la tengo. Estoy felicísima. Ahora sólo me falta la de Oro de Andalucía”, expresaba a JAEN la bailaora, quien no ocultaba su satisfacción. “He luchado mucho en esta profesión desde los nueve años, recorriendo el mundo, llevando un ballet privado yo sola, sacando a los buenos bailarines de España. Vamos, que me lo he currado bien y me lo sigo currando”, manifestaba María Rosa. Y es que, a pesar de que dejó de bailar a los sesenta y tres años, aún sigue al frente de su compañía.
    El objetivo del galardón que concede el Ministerio es el de premiar y destacar el mérito de una conducta “socialmente útil y ejemplar en el desempeño de los deberes que impone el ejercicio de cualquier trabajo, profesión o servicio”. Y en el caso de la jiennense está más que superado después de actuar por los escenarios españoles y los más importantes del mundo gracias a giras como la de Estados Unidos (cuando se fue con veintiún años, sola con su madre), la de Sudamérica o Europa Occidental. Una lucha que mantuvo con la fuerza de su fe en el baile y en su grupo, con el que actuó en Irak, Italia, la Unión Soviética y Japón. “Tuve mucha suerte en mi carrera y eso se lo debo, primero, al público; luego, a la prensa, que siempre me respetó, y también a mi familia, que me apoyó y se sacrificó mucho para que hiciera lo que quería”, recuerda María Rosa.
    Un ejemplo de constancia y de amor por el trabajo que queda sellado con el reconocimiento institucional. Y es que, quien siembra, recoge. Y en el caso de la iliturgitana, es una cosecha de oro. Diana Sánchez / Jaén