"A José Manuel se le fue la cabeza"

José Rodríguez Cámara / Jaén
José Manuel Vílchez Plaza y Nicolasa Caravaca Amores están ya enterrados en el cementerio de Peal de Becerro. El jueves por la mañana, al ella se la encontraron muerta, aparentemente, a golpes, y a él, ahorcado con su cinturón. Es un supuesto crimen machista, pero la reacción vecinal al suceso no es la habitual en estos tristes casos.

    20 abr 2013 / 08:36 H.

    El Juzgado número 1 de Cazorla instruye la investigación sobre la muerte de dos vecinos de Peal de Becerro, Juan Manuel Vílchez Plaza, de 77 años, y Nicolasa Caravaca Amores, de 73. Las diligencias, en manos de la Policía Judicial de la Guardia Civil, son las de un caso de violencia machista “de libro”, aunque no recibió este tratamiento, por parte de las fuentes consultadas por este periódico, hasta ayer por la mañana. Supuestamente, el hombre mató a su mujer, al golpearla con un objeto contundente repetidamente. Al parecer, a continuación, decidió quitarse la vida y, para ello, se ahorcó con su propia correa.  Los dos cadáveres fueron hallados, el jueves por la mañana, en la vivienda familiar del centro del pueblo, de unos cinco mil habitantes, en el que residían. Sin embargo, la primera confirmación oficial de que se trataba de un crimen de este tipo no llegó por parte del Instituto Andaluz de la Mujer, hasta casi las diez de la noche del día de autos, doce horas después de que saltaran las alarmas y, curiosamente, eso sí, se activara desde el primer momento el protocolo ante los episodios de este tipo de violencia. Los vecinos, junto a la casa del matrimonio, en caliente, hablaban sin ambages de enajenación. “A Juan El Alemán (como era conocido el supuesto autor por haber residido en el país germano) se le ha ido la cabeza”, afirma un hombre que aseguraba conocer bien a la pareja de jubilados.
    Otra circunstancia es, al menos, llamativa. Una incipiente demencia senil de la víctima, negada también por vecinos, salió a relucir en las primeras informaciones sobre lo ocurrido, por parte de fuentes oficiales. La posibilidad de un arrebato del hombre, ante la enfermedad de su mujer o de un “trato”, unas muertes pactadas, entre los dos ancianos, se barajó y no solo en las conversaciones en la calle. La explicación para hablar de este desenlace es la búsqueda de una “solución” ante la perspectiva de que la mujer sufriera un importante deterioro físico y no pudiera valerse por si misma. A finales de 2012, ocurrió algo muy similar en Pinos Puente, en Granada. En esa tragedia, oficialmente, merced al descubrimiento de pruebas en el lugar de los hechos, se confirmó el pacto.  La Guardia Civil, encargada de la investigación, encontró dos notas, una en la que decían que no querían ser una carga para sus hijos y que la decisión fue de mutuo acuerdo, y otra en la que solicitaban que sus cuerpos se incineraran. También se habló de unos abuelos “traumatizados”, dos ancianos que no habían podido superar todavía el drama que supuso para su familia la pérdida de una nieta, de 13 años, en un accidente de moto en 2007. Más información en la edición impresa