Pymes en la cuerda floja

El pequeño y mediano comercio sufre con especial crudeza las consecuencias de la complicada situación por la que atraviesa la economía, una realidad demostrada que se evidencia cada vez que se hacen públicos los datos del paro o las estadísticas de destrucción de empleo. Con el inicio del nuevo curso en los diferentes niveles educativos y la obligada compra de material escolar o de libros, las miradas se centran en los negocios de librería y papelería, sin duda unos de los más castigados de todos. Sin embargo hay otros dos grandes factores que, a juicio de los propios libreros, influyen en esta situación casi agónica por la que pasan en la actualidad, como es la competencia desleal que sufren por parte de algunos centros educativos y el descenso de la compra de libros de texto. Bien por el cheque-libro por el que la Junta financia los que necesita cada alumno, bien porque desde los colegios se “heredan” de otros compañeros, el resultado es que se adquieren menos, hasta el punto de que el sector cifra el descenso de este año en un 30 por ciento con relación al anterior curso. Es obvio que para las familias supone un verdadero alivio para el presupuesto doméstico, pero en la otra cara se encuentra este tipo de comercio que, en gran medida, subsisten el resto del año gracias a los ingresos de septiembre.
La larga travesía en el desierto por la que transitan es común a otro tipo de pymes, en las que también hace mella la fuerte recesión en el consumo. Es preciso reinventarse, buscar alternativas o plantear ofertas atractivas que incentiven la compra. Pero no es fácil, y prueba de ello es que tres de las librerías más señeras han cerrado sus puertas en un corto espacio de tiempo.

    15 sep 2014 / 10:31 H.