Proyecto de cambio y respeto entre todos
José Ramón Talero Islán desde ANDÚJAR. Después de una serena meditación, habiendo conocido algunos años de la dictadura, mi juventud en la transición y reconociendo los sacrificios que hicieron nuestros mayores para conseguir la libertad que hoy tenemos, no llego a comprender cómo hemos ido degenerando y convirtiéndonos en una sociedad adormilada, con falta de ilusión y sin el ánimo de acabar con tanta socaliñas.
Hemos eliminado de nuestra sociedad el comportamiento intelectual, el refinamiento del lenguaje, la dedicación a la literatura, el aprendizaje y el gusto por la cultura, mientras toleramos la vulgaridad y la grosería, sobre todo y con mucha frecuencia, en los medios de comunicación. Excluimos esas ambiciones preclaras “el ser alguien en la vida”, para servir de forma encomiable a los demás, con esfuerzo y sacrificio rehuyendo de enchufismos y corruptelas. Descartamos la paciencia, la tolerancia y el buen trato en las relaciones con los demás. La falta de respeto en todos los ámbitos sociales, a la mujer, a los niños y sobre todo a los ancianos, que ha hecho que nuestra sociedad se vea reflejada en el declive cultural, político y económico que actualmente nos asola. Forjemos entre todos, con exigencia, con justicia clara e igual para todos, un nuevo proyecto de cambio y de respeto entre todos los españoles.
Jamás he dudado que dentro de nuestros representantes políticos haya muchas personas honestas, pero también debo comunicar que los que dirigen no son claros en los planteamientos para que la ciudadanía vea transparencia y claridad. Es absurdo, deshonesto y a la vez engañoso, por no decir miserable, que en una democracia, nuestros partidos políticos sean del color que sean, nos prometan en sus programas lo que van a hacer y después hacen lo que les apetece o ambicionan. ¿Qué clase de democracia es esta? Si los ciudadanos se manifiestan porque sus actuaciones son contrarias a las que prometieron, hacen uso de la fuerza y de la demagogia, en vez del diálogo y el sentido común. Pero la realidad es otra y, como siempre, paga el pueblo con sus esfuerzos y sus zozobras. Señores políticos, nos hace falta mucha cultura política, histórica y filosófica para poder avanzar por el buen camino, no se equivoquen.
Para que esta democracia sea verdadera, debería existir un Tribunal de Justicia independiente del poder político, para que, de no cumplirse los programas votados por el pueblo, sean inmediatamente excluidos y sancionados convocándose de nuevo elecciones.