25 may 2014 / 22:00 H.
Desde hace unas semanas las redes sociales han cobrado un gran protagonismo en los medios de comunicación. A partir de un hecho aislado, aunque lamentable, parece que Internet se ha convertido en el monstruo que debemos controlar para que no termine con la existencia de la vida humana sobre el planeta. Los españoles somos muy exagerados. No alcanzamos a ver que los peligrosos somos nosotros y que cualquier instrumento en nuestras manos puede ser utilizado para el bien o para el mal. Que comunicarnos es una necesidad vital del ser humano lo demuestra el hecho de que estemos dotados de lenguaje. La cuestión es bastante simple: ¿cómo nos comunicamos? Sin distancia de por medio, es obvio que durante la mayor parte de la historia del hombre la comunicación ha sido en persona, pero también es cierto que la carta, en sus distintas formas, surgió para que la gente que estaba separada geográficamente pudiera comunicarse. ¿Y el teléfono? Revolucionario, sin duda. Internet, por su parte, fue un invento de los militares. Pero Internet pasó al ámbito civil muy pronto, donde ya es más nuestro que de los militares. Nada hay en Twitter, Tuenti o Facebook que deba atemorizar a nadie porque previamente habrá estado o existido en la realidad, con todas sus consecuencias. Este debate recuerda el viejo cuestionamiento de la televisión en múltiples direcciones: manipulación, robo de tiempo a la vida familiar, etcétera. Lo positivo de las redes sociales es que agilizan todo lo que es importante en nuestro trabajo, nuestra vida familiar y nuestras relaciones sociales. El control que previsiblemente se establecerá no es más que una manifestación del control que estará presente en todos los medios de comunicación. Tal vez haya llegado el momento de hablar de censura. Ni que decir tiene que los contenidos que se verán afectados serán los políticos, que no es poco, pues la política no es sólo la actividad de los políticos que nos gobiernan (o están en la oposición), sino una amplia ideología que lo engloba todo.