Propuestas para cobijar al hombre que vive en un bosque

Inmaculada Espinilla/Jaén
Cuando es necesaria, la solidaridad aparece. Se demuestra en Francisco López, el jiennense que vive, desde hace dos años, en un bosque de la capital. Personas de dentro y fuera de la provincia se ofrecen para darle cobijo hasta que su situación mejore. Él prefiere esperar  por si surgen más propuestas.

    02 abr 2011 / 10:42 H.


    Ha sabido plantarle cara al destino y su coraje le ayudó a subsistir durante más de dos años en una tienda de campaña en un bosque de la capital. Francisco López espera que un giro inesperado le devuelva algo de suerte. Quizá, su deseo se haga realidad en poco tiempo.
    La publicación de su historia, en la edición de Diario JAEN del pasado 2 de abril, tuvo más repercusión de la que él esperaba. Su caso conmovió a la sociedad y ha despertado la solidaridad y las buenas intenciones de personas, que no tardaron en localizarle para ofrecerle su ayuda y un techo en el que cobijarse.
    Uno de ellos es el empresario Francisco López Bonilla, propietario del camping “Complejo la noria”, de Úbeda. “Le he ofrecido una cabaña individual y comida durante el tiempo que lo necesite. Él me podría ayudar en el mantenimiento de las instalaciones”, comenta.
    El hostelero, junto con su mujer, Dolores García, tiene claro que se trata de un acto solidario y que hay que ayudar. De hecho, no es la primera vez que lo hacen. Hasta hace poco han alimentado a una familia y, también, ofrecen sus cabañas a precios más reducidos a personas divorciadas que no pueden pagar el alquiler de un piso.
    “No es que nos sobre espacio, pero es caridad. Hay que ayudar”, señala el empresario, que explica que ya se puso en contacto con Francisco López. “Me costó localizarle, pero, al final, lo he conseguido después de muchas llamadas”. Su respuesta le llamó la atención, ya que, en un principio, dejará que pasen unos días para ver lo que ocurre. “Quiere ver si  le llegan otras propuestas. A mí no me importa. Le he dejado mi teléfono para lo que pueda necesitar”, concluye.
    Esta es una de las ofertas de un techo recibidas por Francisco López. Según relata, una vecina de Madrid también se puso en contacto con él para proponerle que se fuese a la capital española a probar mejor suerte. “Me dejaba una habitación y me daría la comida. Vive en una casa de las afueras y yo la tendría que ayudar en lo que fuera necesario. Sin embargo, no me he decidido”, asegura.
    Y es que, según señala, su esperanza está puesta en la reunión que mantendrá, el viernes 8 de abril, con los Servicios Sociales del Ayuntamiento. “Espero que me den una solución, porque hay muchos pisos vacíos. Yo lo que en realidad deseo es un trabajo que me permita ser independiente, porque ya estoy al límite”, dice.  Es verdad. Sus ahorros se agotan y apenas le queda comida. Depende de lo que le den y, sin embargo, no pierde la esperanza y prefiere esperar un futuro mejor.


    02-04-2011
    La falta de medios económicos lleva a un hombre a vivir en un bosque
    'Estoy desesperado'. Desde el 7 de abril de 2009, Francisco López, un jiennense de 42 años, vive en una tienda de campaña que ha instalado en un bosque de la capital. No tiene recursos económicos para otra cosa. Subsiste de los pocos ahorros que le quedan y de la caridad de los amigos. Un saco de dormir, una manta, una bolsa con un peine y una esponja y una radio. Esas son las únicas pertenencias que conserva Francisco López y que guarda como oro en paño en su tienda de campaña. Está instalado en un bosque cercano a la capital desde hace dos años porque carece de medios económicos. Prefiere que no se dé a conocer su ubicación exacta por miedo a que lo desalojen de ese lugar, donde no se puede acampar.
    Paco, como lo llaman sus amigos, lleva sin trabajar mucho tiempo. La última vez que ganó un jornal fue en la campaña de la aceituna del año 2008. Después, ya no ha encontrado nada: “He llamado a mil puertas y todas me las he encontrado cerradas”, afirma con resignación. Apenas tenía dinero para comer y, mucho menos, para pagar el alquiler del piso de la calle Los Caños, en el barrio de San Juan, en el que residía. Así que decidió buscar cobijo donde fuera. Eligió un bosque, ubicado a muy pocos kilómetros de la capital: “Estoy aquí porque no puedo vivir en otro sitio”, afirma. Y añade: “También influye que no tengo familia”.
    Francisco López va todos los días a un pilar cercano a su tienda de campaña para conseguir agua. Se alimenta dos veces al día de latas y bocadillos. Ayer, su primera comida fueron unas galletas, unos mejillones en escabeche, un cuarto de tortilla precocinada y un tomate. “Por lo menos, hay variedad”, ironiza.
    Su vida no siempre fue así. Asegura que, en 1999, trabajó como vigilante de sala en el Museo Provincial. Después, fue ordenanza en el Conservatorio de Música. No le renovaron el contrato. Estuvo en la aceituna y otros empleos que le fueron saliendo: “Nada fijo”. Sin dinero y sin familia, no vio más salida que la tienda de campaña.
    En el bosque, subsiste en condiciones precarias, con lo justo. Una silla, una cuerda para colgar la toalla con la que se seca después de asearse todos los días y unos cubos de agua: “No necesito más”, explica. Una vez a la semana, acude a Jaén para adquirir víveres: siempre comida enlatada, ya que donde está no puede encender fuego: “Ojalá pudiera echarme a la boca un plato caliente”. De vez en cuando, algunos amigos van al monte para llevarle alimentos o algún bocadillo.
    Francisco ha acudido varias veces a los Servicios Sociales del Ayuntamiento. Según confiesa, el año pasado le concedieron “un salario social de 400 euros al mes durante medio año”. Esa prestación ya se acabó. La semana que viene tiene una nueva cita con la asistente social: “Ojalá me haga caso. Ya no puedo más”, concluye. Rafael Abolafia / Jaén