Propagar el miedo
No hay nada mejor para los que se creen poderosos, ni por otra parte más deleznable, que propagar el miedo para hacer cundir el pánico, para justificar lo que los mercados y sus obedientes gabinetes gubernamentales están haciendo.
A más miedo, más fácil resulta que los aborregados ciudadanos (es lo que nos consideran) den por bueno cualquier esfuerzo, por titánico que resulte. “Si no lo hacemos no hay futuro” nos dicen los grandes gurús. Hablan de déficit, de deuda, de primas, de multitud de términos económicos, la gran mayoría de ciudadanos ni los entienden ni los conocen, ni falta que les hace; pero lo que realmente está en juego en esta gran guerra, una batalla en el tablero de la economía, es cargarse todo un modelo social, y en última instancia, porqué no decirlo, asesinar a la democracia. Al capitalismo jamás le gustó esto de la democracia, va contra sus intereses caníbales, por eso llegaron a seducir incluso a la social democracia, todo vale si a mí me sirve es su premisa máxima. Nos pintan un futuro negro, esto justifica cualquier recorte, como siempre solo hace más pudientes a los poderosos y hunde en la miseria al resto. El desenlace de tan ruin contienda será instalar en los puntos de decisión a aquellos que los mercados consideren; de nada sirve ya la farsa de dejarnos votar para elegir unos gobernantes que nada pueden hacer ni decidir sin contar con los puñeteros mercados. Podríamos decir que finalmente gana el espíritu de Caín. Yo, nada afecto a la doctrina cristiana, diría que simplemente están ganando los de siempre.
Manuel Pérez Perálvez es agente ferroviario