01 nov 2015 / 09:38 H.
Los mayores de una residencia de la provincia vivieron, días pasados algunos momentos especialmente amargos con el traslado forzoso a otros centros jiennenses, debido al cierre de las instalaciones donde se encontraban internos. Como si de niños pequeños se tratase, ahora deberán adaptarse a unos nuevos compañeros, a unas rutinas diferentes a las que venían desarrollando hasta ahora. Pese al trastorno lógico que supone para personas de cierta edad cualquier cambio, lo importante en este asunto es que su salud no ha corrido peligro en momento alguno sino que, al contrario, han estado atendidos de manera satisfactoria a pesar de la complicada coyuntura económica por la que atravesaba desde hacía meses su lugar de residencia. Es más de una treintena y todos se encuentran, según se ha informado, reubicados en otros lugares, donde intentarán retomar su vida con toda la normalidad que se pueda en estas especiales circunstancias. Sin entrar a valorar en modo alguno la idoneidad de las medidas adoptadas, asunto que deberá resolver el empresario, resulta fundamental que se apliquen en todo momento los mecanismos de seguimiento y control establecidos desde las administraciones para garantizar el buen funcionamiento de los centros de mayores, por la especial vulnerabilidad de un colectivo que puede correr el peligro de caer en el desamparo. En una sociedad como la actual, en la que la esperanza de vida de la población es cada vez mayor y las residencias para la tercera edad son más necesarias, resulta prioritario que desde los organismos competentes se activen protocolos para que salten las alarmas cuando sea preciso, como ha sucedido en este caso.