Pregón crítico de Inocente Cuesta (Falta Imagen)
El orador insta a los dirigentes cofrades a evangelizar con el propio ejemplo
Pregón sobrio, analítico y plagado de críticas constructivas. Inocente Cuesta anunció la ya muy próxima Semana Santa con un llamamiento de cofrade comprometido a la evangelización con el ejemplo personal. El discurso estableció, también, paralelismos entre los textos evangélicos y la Pasión jiennense.
No se llenó -para desgracia de quienes no asistieron- el Teatro Infanta Leonor, pero el pregón de Inocente Cuesta mereció tanto el sincero aplauso final que este resonó como si no cupiese un alfiler en el espacio escénico. Hasta la decoración del escenario -sobria, sin excesos- informaba de la personalidad del protagonista de la mañana dominical.
La cita comenzó con la oración del ángelus, encabezada por el consiliario de la Agrupación de Cofradías, Francisco Rosales, y una poética introducción de José Enrique Solas: "Para tocar el cielo con las manos / nos falta solamente una semana", recitó el vocal de Gloria. Seguidamente intervino la Banda Municipal de Música, que interpretó tres partituras. La primera, "Cristo de la Expiración", del maestro Cuadrado, en honor del orador. La última, "Ave María", de López Galdar, con el tenor Miguel Ángel Ruiz, que emocionó al respetable. A continuación Francisco Juan Martínez, deán de la Catedral y predecesor de Cuesta en el atril, presentó al pregonero como "un especialista con nombre propio en la Semana Santa de Jaén".
Para empezar, Inocente Cuesta puso sobre la mesa su convencimiento acerca de que el amor y el sentimiento -dos de los conceptos que presidieron el texto- son "las capacidades más humanas del hombre, porque acercan más a Dios". Acto seguido agradeció las palabras de su presentador y saludó a las autoridades civiles y militares -entre ellos el alcalde, José Enrique Fernández de Moya-, a los dirigentes cofrades y al público que lo acompañaron. En su exposición estableció paralelismos entre las Escrituras y la Pasión de la capital, a través de una lectura analítica del proceso al que se sometió a Cristo desde su entrada en Jerusalén y su reflejo en las procesiones jiennenses. No olvidó Cuesta, en un gesto de generosidad, las propuestas iconográficas de hermandades que aún no desfilan, prohermandades y grupos parroquiales.
Tampoco faltaron guiños a la más rabiosa actualidad. Así, el que fuera gobernador de La Expiración asemejó la incitación al desorden "en algunas manifestaciones de hoy" con, incluso, la compra de quienes vociferaron contra Jesús y a favor de Barrabás.
La segunda parte resultó crítica pero constructiva, con una apreciación particular del mundo cofrade local. Cuesta instó a las juntas de gobierno a "evangelizar con el ejemplo" y mejorar "no solo con nuevos escudos o nombres". Hizo hincapié en la esencia por encima de la forma y reclamó interés hacia los colectivos más antiguos. "No hay que quemar las naves", dijo. Igualmente, solicitó la estación de penitencia a la Catedral como "un anhelo". Los últimos renglones exaltaron la actividad que desarrollan las hermandades.
La intervención del presidente de la Agrupación, José Paulano, y la interpretación del Himno de Jaén pusieron el más brillante broche al pregón de los pregones de la Cuaresma jiennense.
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No se llenó -para desgracia de quienes no asistieron- el Teatro Infanta Leonor, pero el pregón de Inocente Cuesta mereció tanto el sincero aplauso final que este resonó como si no cupiese un alfiler en el espacio escénico. Hasta la decoración del escenario -sobria, sin excesos- informaba de la personalidad del protagonista de la mañana dominical.
Para empezar, Inocente Cuesta puso sobre la mesa su convencimiento acerca de que el amor y el sentimiento -dos de los conceptos que presidieron el texto- son "las capacidades más humanas del hombre, porque acercan más a Dios". Acto seguido agradeció las palabras de su presentador y saludó a las autoridades civiles y militares -entre ellos el alcalde, José Enrique Fernández de Moya-, a los dirigentes cofrades y al público que lo acompañaron. En su exposición estableció paralelismos entre las Escrituras y la Pasión de la capital, a través de una lectura analítica del proceso al que se sometió a Cristo desde su entrada en Jerusalén y su reflejo en las procesiones jiennenses. No olvidó Cuesta, en un gesto de generosidad, las propuestas iconográficas de hermandades que aún no desfilan, prohermandades y grupos parroquiales.
La segunda parte resultó crítica pero constructiva, con una apreciación particular del mundo cofrade local. Cuesta instó a las juntas de gobierno a "evangelizar con el ejemplo" y mejorar "no solo con nuevos escudos o nombres". Hizo hincapié en la esencia por encima de la forma y reclamó interés hacia los colectivos más antiguos. "No hay que quemar las naves", dijo. Igualmente, solicitó la estación de penitencia a la Catedral como "un anhelo". Los últimos renglones exaltaron la actividad que desarrollan las hermandades.