Predicciones para 2012
En este año viejo, en el que ya hemos puesto el pie derecho, volverá a reír la primavera de riesgo, pero no volverán las oscuras golondrinas. Esto es: vamos a pasarlo de milagro creciendo hacia dentro, tipo zen, y sin desarrollarnos, pero lo pasaremos chachi con caídas a doble tirabuzón saltando mortalmente desde el Guindo.
Congelados el sueldo de los funcionarios y el salario mínimo, hasta las próximas elecciones andaluzas, se procederá a su descongelación mediante subidas de impuestos, recortes salariales, reformas al estado del bienestar (sanidad, paro, educación y cultura) y restricciones a los derechos sociales: una manzana más no será matrimonio y las niñas de dieciséis años volverán a cantar la tabla de multiplicar. En el aeropuerto del abuelito Fabra aterrizarán aviones de papel pilotados por conejos, y el tranvía de Jaén permanecerá insepulto en su camarín, mientras empresas vecinas se acogerán a los EREs para evitar lo inevitable. La banca española recibirá más toneladas de maná desde el BCE para llenar su saco roto y presumir de solvencia ante las agencias de calificación, maniatando la generación de empleo y condenando al país a una recesión caprichosa. Para compensar el embargo de las ayudas a la dependencia, el gobierno aprobará un decreto donde se prohiba envejecer. Todo cambiará para que no sea distinto: no habrá brotes verdes, pero nos seguirán prometiendo, mes a mes, que el próximo semestre crecerán más verdes todavía, e incluso, como dijo Arenas, a final de año esperamos que se pueda ver “un atisbo de esperanza para el futuro”. No lo olviden: ganando perderá. Descenderá el paro a costa de penuria y esta vez los sindicatos no harán huelga general; y si la hacen, me recorto el bigote; pero lo que sí es seguro es que pondrán el grito en el cielo como Dios manda. Rajoy no se ha adelantado a mis pronósticos, porque yo estaba seguro de que él mentía cuando prometió que no subiría los impuestos. No se le puede acusar de traición, porque él y su partida distinguen entre el gran país que es España y los desahuciados ciudadanos españoles. La Iglesia, por su parte, pondrá su granito de arena predicando con más fuerza sacrificio y abstinencia como vías de salvación, en nombre de la cruz en la declaración de la renta. No habrá descenso en los accidentes de tráfico (excepto durante los puentes), ni en los laborales, ni en las muertes por violencia de género. No saldrán a la luz tantos casos de corrupción política, cobijados bajo la piel de toro azul uniforme. De fútbol no entiendo. En cuanto al tiempo, puedo asegurarles que no habrá recortes en catástrofes naturales, ni en brumas mañaneras, ni en borrascas, ni en anticiclones.
Guillermo F. Rojano es escritor