Práctica milenaria en la que Jaén tiene mucho que decir

Pepi Galera
Un año marcado por la crisis económica y el mal tiempo. Así definen, los que entienden, la temporada de caza mayor que acaba de terminar en toda Andalucía. Abierta a mediados del pasado mes de octubre, se cerró el 14 de febrero y, según datos de la Delegación Provincial de Medio Ambiente, en Jaén se han celebrado 350 cacerías en sus distintas modalidades —monterías, ganchos, batidas y recechos—, frente a las 250 cacerías de la temporada pasada.

    07 mar 2010 / 11:42 H.

    A pesar de este crecimiento de las cifras oficiales, el presidente de la Delegación de la Federación Andaluza de Caza en Jaén, Mariano Pastor, dice que este año se han celebrado menos monterías y que las que se han llevado adelante han tenido que reducir sus precios y ha costado más trabajo vender los puestos por la crisis económica. “Ha sido un año complicado puesto que cuesta mucho criar la caza y los bolsillos de los aficionados no están boyantes para afrontar los gastos que supone cada cacería”, señala.
    En cuanto a las piezas cobradas, aún no están los datos cerrados, puesto que los cotos tienen hasta mediados de marzo para enviar sus informes definitivos, pero ya se han contabilizado 10.000 ciervos, 4.000 jabalíes, 700 muflones y 650 gamos. Otro de los factores que ha determinado el desarrollo de este deporte en la temporada ha sido las constantes lluvias, que han obligado a suspender muchas de las cacerías previstas. Organizar una sola jornada de caza supone una serie de trámites administrativos que, para muchas sociedades, este año se han quedado en papel mojado. Aún así, esta es una práctica milenaria —el hombre es cazador desde que es hombre— en la que la provincia de Jaén tiene mucho qué decir, tanto por la cantidad de aficionados, como por su riqueza en superficie de cotos —cerca de un millar— y los beneficios socioeconómicos que produce cada año. Sólo en la anterior temporada, la caza movió en torno a doscientos millones de euros en Jaén.
    Para hacerse una idea del dinero que mueve la caza en la provincia sólo hay que echar mano a las cifras de empleos y jornales que mueve en cada temporada. Según datos facilitados por la Delegación Provincial de Medio Ambiente, las 350 autorizaciones de cacerías en cotos que se han concedido en esta temporada suponen hablar de más de 17.500 puestos para cazadores, una media de 50 puestos por cada cacería y más de 3.500 contratos de rehalas —una media de 10 rehalas de perros por cacería, en la que, como mínimo, trabajan de dos a tres personas—. Contratar una de estas rehalas, que están formadas por unos 16 perros, cuesta unos 200 euros. Si se hace un sencillo calculo, sólo esta pequeña parte de las cacerías han movido este año 700.000 euros. En los puestos, los precios varían mucho: los hay desde los 300 euros hasta otros que superan los 4.600. La cifra aquí, aunque sólo se hiciera una estimación a la baja, superaría los cinco millones de euros. “En términos de empleo hay que sumar a estos datos varios puestos de trabajo mínimos por cada cacería: ojeadores (una media de seis por cacería); un postor; un par de maestros como mínimo que controlen los movimientos de los cazadores para evitar que los cazadores respeten los límites del coto y del monte;  despiezadores; porteadores y empresas de catering, entre otros”, señalan desde Medio Ambiente.
    Pero no todo son ganancias. Por ejemplo, para un rehalero mantener sus perros durante todo un año —los beneficios sólo se consiguen durante tres o cuatro meses como máximo— puede llegar a costar unos 6.000 euros. Comida y cuidados veterinarios son los principales gastos que engrosan esta factura. Así, un rehalero tendría que “sacar” de caza a sus perros al menos 20 veces cada temporada para pagar sus gastos. Todo esto sin contar la inversión inicial y las pérdidas de animales en cada cacería. Ante una dudosa rentabilidad, muchos se quedan con la pasión por el cuidado de estos animales y la afición por la caza.
    En definitiva, a pesar de que la temporada no haya sido de las mejores que se recuerdan, la caza es un deporte que, convertido en negocio para muchos y afición para otros, hace resonar el nombre de Jaén por la riqueza que ofrece.