15 oct 2015 / 14:16 H.
Ese “Jaén es de cine” que se asoma a las redes de vez en cuando ha tenido hace apenas unos días un episodio que, por real, nos ha sobrecogido cuerpo, espíritu y pensamiento. Los aficionados al séptimo arte recordarán las escenas de “El acorazado Potemkim”, el clásico de Eisenstein, en las que la tripulación de la nave se levanta frente a las humillaciones que reciben, incluyendo víveres podridos y carne agusanada. Pues bien, la portada de este periódico destacó la semana pasada que a los vecinos de uno de nuestros barrios se les distribuyó un lote de pasta y legumbres caducadas, con fechas borradas y plagados de insectos y otros bichos florecidos por la acción del tiempo entre lentejas o macarrones que podrían haber formado parte de la dieta de sus hijos y, en consecuencia, producirles algún tipo de problema sanitario. Las escenas que esas familias vivieron al descubrirlo, y que nada tienen que envidiar a las cinematográficas, las llevaron a denunciar el caso para evitar que se repita en lo sucesivo. Las aclaraciones de las instituciones y asociaciones implicadas no tardaron en llegar achacando el reparto a un error que puede ser asumible pero que no debe ni puede repetirse. La labor de entrega desinteresada de tantos y tantos voluntarios que se dejan la piel para que quien más lo necesita tenga comida para sus hijos y para ellos mismos no debe verse deslucida por situaciones como esta. Los controles deben ser exhaustivos y constantes. La necesidad no debe estar reñida con la salubridad. Gestionar el ingente material que llega a los Bancos de Alimentos es tarea complicada pero no por eso ha de desviarse la atención ni un solo minuto para que todo llegue a sus destinatarios en perfecto estado. Un padre, una madre, jamás daría a sus hijos comida en mal estado. Las consecuencias podrían ser terribles y, salvando las distancias, podrían acabar como otra escena del Potemkim con un bebé camino del abismo por la famosa escalinata de Odessa. Un error no debe alterar el camino marcado sino empujarnos a no volver a cometerlo. Las ayudas deben continuar. Y todos tenemos la obligación de colaborar. Abandonar es algo que nadie podría perdonar.