Posturas alejadas para negociar el expediente de Santana
Negociar un expediente de regulación de empleo no es fácil y, en determinadas circunstancias, puede hacerse aún más complicado alcanzar un acuerdo. Es el caso de Santana Motor, con una propuesta sobre la mesa que afecta a la totalidad de la plantilla, más de 360 trabajadores y que, después de la segunda reunión entre sindicatos y empresa, se encuentra enquistado.
Las conversaciones no avanzan y el hecho de encontrarse en punto muerto no es una buena noticia. No se trata de filosofar y recordar que para llegar a acuerdos todas las partes tienen que ceder, pero es evidente que ese es el quid de la cuestión: hasta dónde están dispuestas a llegar los agentes implicados. O, lo que es lo mismo, hasta qué punto se quiere salvar la empresa por encima de cualquier otro interés más o menos legítimo. Es evidente que en épocas de crisis profunda como la actual el diálogo no puede tener el mismo tono que en momentos de mayor bonanza, por lo que se trata de “apretarse los machos” y tirar para adelante. Desde un principio se presuponía que desde los sindicatos no se iba dar el visto bueno de manera inmediata, sencillamente, porque las condiciones de la propuesta de la empresa no son, según parece, las mismas que existen ahora, y esa era premisa fundamental de los defensores de los trabajadores. Así las cosas, es fundamental estar atentos a ver quién sostiene mejor el pulso, aunque lo deseable sería que se alcanzase el máximo nivel de consenso posible. Pero también es una realidad que Santana ya recibido mucho, muchísimo, desde las administraciones públicas, y que eso debe tenerse siempre en cuenta, en todos los sentidos. Ante todo, no hay que caer en el pesimismo, al contrario. Es de esperar que las posturas se acerquen para garantizar el futuro de la factoría linarense, por el bien de la ciudad y de la comarca que dependen de ella.