Por una sanidad sana

Los números no salen. Ni a ti, ni a mí. Tampoco a Rajoy le cuadran las cuentas. Yo he probado lápices de colores, libretas de cuadros y hasta hojas Excel, y no hay forma. No es que no llegue a final de mes, es que no sé cómo empezarlo.

    12 abr 2012 / 11:34 H.

    Y el amigo Mariano, presionado por su prima la del riesgo y bajo la atenta mirada de los “mercados” (aquí en Jaén tenemos dos), no parece encontrar la tecla para después dar con ella. Ni le han dejado, ni le dejan ni se lo permitirán. En cien días ya tuvo su juerga general, y los papás desde el ático aprietan y piden medidas, mientras los niños desde el sótano sollozan por todo aquello que nunca llegaron a tener pero soñaron conseguir. A su vez, el vecino de enfrente, no deja comer, y eso que nunca comió. Se habla de sanidad. Se escucha educación. Autonomías se vislumbran, para bien o para mal. Hay mucha tela que cortar, pero: ¿Somos capaces de meter tijera? ¿Están afiladas? Hay margen de mejora, pero todo es susceptible de empeorar. Turismo sanitario, y algunas cirugías no “vitales” se pretenden eliminar del fondo gratuito; respetando a los que vienen en verano a dejarse una pasta en restaurantes, y al inmigrante que se deja las huellas de sol a sol, recordemos que la generosidad conlleva esfuerzo, pero requiere posesión. Optimizar es la clave. Gente de empresa. Olvidar la diferencia entre autónomo, funcionario, empresario o asalariado. Remar todos en la misma dirección. Con la misma intensidad. Exprimir cada instante, cada esfuerzo. Apurar cada gasa, cada lápiz, cada electrón. Ya lo decía mi abuelo, el gran zapador: “paso corto, vista al frente y mucha mala leche.” Francisco J. Peinado es profesor de Formación Vial