Políticas agresivas y diálogo social para cerrar la sangría del paro
El demoledor dato de la Encuesta de Población Activa que sitúa el paro en España en 4.010.700 desempleados sitúa al país en un estado crítico para afrontar la crisis económica.
El que el 17,36% de la población en edad laboral se encuentre parada merma la capacidad de reacción de las familias y frena el consumo con las consecuencias directas que ello implica en las pequeñas y medianas empresas. No es un dato menor el aumento de las familias en las que ningún miembro trabaja y esa debe ser una prioridad básica para el Gobierno de Zapatero. Algunas medidas ya se han puesto en marcha y comunidades como Castilla La Mancha diseñan interesantes bolsas de trabajo para reincoporar a estos desempleados a empleos, aunque sean temporales. No obstante, la cifra de paro jamás antes alcanzada requiere de medidas poderosas y, sobre todo, de un diálogo social fluido y certero que ponga de acuerdo a todos los agentes implicados. Aunque ahora se echen en falta políticas que adelantaran el escenario del anunciado descalabro del modelo de construcción agresiva, es el momento de un mínimo consenso sobre un nuevo modelo productivo. En este sentido, poco adelanta el presidente del Gobierno al destacar el sábado que la recuperación económica no pasará por una industria del ladrillo que, necesariamente, tendrá que reciclarse o abrir mercados. Como el resto de países de la Unión Europea y tal cual predica Obama, la inversión en obra pública es precisa y no cabe discusión sobre su utilidad, por más que tenga fecha de caducidad. Lo que sí tiene relevancia de sus declaraciones, después de publicarse tan nefastos datos, es su compromiso de no reformar el mercado laboral con un despido más barato. Una medida exigida en distintos foros empresariales, pero que no implica que se aumenten las contrataciones en etapas de recesión.