13 sep 2014 / 08:45 H.
La violenta expansión del Estado Islámico (IE) por una zona históricamente convulsa es uno de los mayores retos internacionales de la historia reciente. La comunidad internacional, liderada por Estados Unidos, tarda en preparar acciones conjuntas para frenar un pulso islamista que deja en “principiantes” a los talibanes de Al Qaeda. Por el momento esta particular guerra santa se anexiona territorios y grandes ciudades gracias al control de las carreteras, pero además pretende convertir a su doctrina a todos aquellos que caen sobre su control. La capacidad, además, para atraer a jóvenes islamistas en los países occidentales agrava el problema. En este sentido, EE UU diseñó una dura campaña mediática en la que se muestran algunas de las atrocidades realizadas por estos islamistas violentos, con la intención de frenar la propia propaganda que realiza el Estado Islámico para conseguir seguidores en Europa y Estados Unidos, principalmente. El órdago lanzado por el líder del IE es preocupante porque aprovecha la debilidad de los países de la zona para expandir un radio de acción por el que ya controla territorios de varios países. Esta es, precisamente, una de las “ventajas” que en esta cruzada tiene esta versión interesada y cruel que utiliza el Corán a su antojo. La respuesta, en esta ocasión, tiene que estar organizada por los propios países árabes, ya que costosos errores anteriores no se pueden repetir. El camino, no obstante, es duro porque, inevitablemente, la respuesta tiene que ser militar. A Europa y Estados Unidos les corresponden poner de acuerdo a las potencias de la zona para que este frente islámico se repliegue cuanto antes de que perseveren en sus descabellados planteamientos.