Plan para garantizar el riego y salvar La Laguna

Un nudo gordiano aprieta a 270 productores agrícolas, que, en 1.200 hectáreas, cultivan 93.200 olivos. Son los beneficiarios de unos derechos sobre las aguas del río Torres y el arroyo Vil que datan de 1147, los miembros de la Comunidad de Regantes de La Laguna; legítimos propietarios de un humedal del Puente del Obispo. Este tiene origen en un pantano construido por el hombre, dentro del término municipal baezano, que ocupa 226 hectáreas y con las máximas protecciones medioambientales, al ingresar en la Lista de Zonas Húmedas de Importancia Internacional, en 2009, como explica el presidente de la entidad, Juan Antonio Porras. Aunque parece que nadan en la abundancia hídrica, a estos comuneros les falta el agua y le sobran los gastos.

06 nov 2015 / 11:23 H.


En siglos de uso, se creó un sistema de presas y cauces para poder regar, con un caudal máximo, fijado en 1959 a la comunidad de 1.060 litros por segundo procedentes del río Torres y el arroyo Vil. Desde que se incluyó lo que era un pantano en el Inventario de Espacios Naturales Protegidos de Andalucía, en 1989, la comunidad tiene que compartir su uso para evitar su desecación total. A ello, hay que sumar que, aguas arriba, hay 40 concesiones administrativas para el aprovechamiento de los cauces que abastecen a sus olivares, lo que merma todavía más el suministro. Además, el almacenamiento es escaso, puesto que solo disponen de una balsa de 50.000 metros cúbicos, construida dentro del propio humedal artificial. Esta reserva equivale a 48 horas de riego continuado, lo que resulta escaso. Para solventar el problema, en 1993, los regantes pidieron colaboración a la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir para realizar tomas de emergencia de este caudal, que tienen a escasa distancia. En la práctica, el Guadalquivir es el único que nutre a los olivares de esta comunidad, lo que les obliga a depender de la apertura de los pantanos y de si hay o no sequía. Tienen que abonar un canon de uso que ronda los 60.000 euros y la factura eléctrica para traer el agua, en torno a 110.000. A ello, hay que añadir que el mantenimiento del sistema original de regadío ideado en torno al humedal artificial — planificado en gran medida por el primer marqués de La Laguna en el siglo XIX—, requiere hacer frente, anualmente, a unos 40.000 euros. Entre otras cosas, tienen que evitar el deterioro de unos 11 kilómetros de canalizaciones que son la “poca agua” que les llega desde el río Torres y el arroyo Vil, además de cuidar el entorno de La Laguna, tal y como precisa Porras. Desde 2010, mantienen contactos con la Junta. Y es que tienen que hacer frente a una paradójica realidad: si llueve y baja agua del río Torres y el arroyo Vil, no pueden almacenarla en invierno, por la pequeña balsa de la que disponen; ello hace que la viertan al Guadalquivir para, en época seca, volver a traer con bombeo. Si el año es poco lluvioso, directamente, toda el agua que les llega sin bombeo para La Laguna. Ello les lleva a pensar que es más efectivo que una institución se haga cargo del humedal o a buscar un sistema eficaz que les permita regar y no dedicarse a mantener el paraje natural.

La Junta ya busca una solución
El delegado de Medio Ambiente, Juan Eugenio Ortega, anuncia que la Junta mediará para lograr que la comunidad de regantes adquiera derechos de riego sobre el Guadalquivir o, directamente, solicitará esta concesión con el objetivo de evitar que el humedal se seque, al tiempo que pondrá en marcha un proyecto para habilitar un sistema de riego, que no tenga que depender de las concesiones históricas del arroyo Vil y el río Torres. Así lo transmitió a la comunidad, que está satisfecha, en una reunión en la que medió el Ayuntamiento de Baeza.

Un puente necesario para el campo 
El aprovechamiento del entorno del pantano de La Laguna implicó la construcción de puentes y otras infraestructuras, además del sistema de canalizaciones de once kilómetros. Uno de estos viaductos, conocido como El Pajarito se perdió, pero queda el pie el Puente de La Labor. Está en una vía pecuaria, que une los términos de Baeza y Mancha Real y que, actualmente, soporta un gran tráfico, incluso, de vehículos pesados. Se incluye en un camino deslindado por la Administración andaluza, por lo que la Junta será la que asuma su reparación, tal y como solicitaron los representantes de la comunidades de La Laguna y Lomas Blancas, en una reunión que se celebró en el Ayuntamiento de Baeza. El delegado de Medio Ambiente, Juan Eugenio Ortega, mostró la voluntad del Ejecutivo andaluz para intervenir en este paso, que supera el arroyo Vil, en un encuentro en el que se sentaron en la misma mesa representantes de los regantes; la alcaldesa de Baeza, Lola Marín, y técnicos de la Junta y municipales.