La lideresa deslenguada
La lideresa lo vuelve a hacer.
Esperanza tiene esas cosas, te llama “hijoputa”, luego pide perdón y pelillos a la mar. Esta vez tocaba con Andalucía, una región que en el imaginario del sector más rancio nacional del PP es tierra inhóspita, baldía, subsidiada, borreguil y, claro, ignorante. Da igual que su partido sea la principal fuerza política en ciudades y municipios andaluces o que las encuestas les den, por primera vez, opciones para alcanzar el Gobierno de la Junta.
29 mar 2010 / 15:39 H.
Da igual, porque, al doblar la esquina se cuela el insulto.
Ana Mato,
Mayor Oreja,
Vidal-Cuadras, entre otros, son predecesores en el dudoso honor del menosprecio. Una foto fija de Santos Inocentes que a poco que el calor del debate lo requiera, o no, pasean por los micrófonos. En esta ocasión, la rebaja de las peonadas para cobrar el subsidio agrario mereció la mofa de unos jornaleros, que en imagen de Aguirre, son ociosas gallinas que esperan el pienso estatal para subsistir. “Pitas, pitas, pitas”. Obvia que ante similares circunstancias, ese fue el razonable mismo criterio que utilizó
Aznar cuando tras otro temporal se perdieron millones de jornales en el campo andaluz. Es verdad que eran otros tiempos y que el presidente ejercía de estadista y no se dedicaba a las peinetas musculadas.
Arenas debería atar más corto a sus “compañeros”, en público y en privado, porque no es lo mismo una tertulia gatuna que las, en teoría, medidas declaraciones de un político. El sistema de subvención agraria tiene lagunas, aquí o allá, sea olivo o lino, porque deja margen para que los aprovechados de turno tengan variopintas fuentes de ingresos en una economía sumergida que, por otro lado, mantiene en relativa calma social a millares de parados. Bien hubiera podido criticar estos aspectos que pervierten sistemas de ayuda, pero claro, no hubiera arañado un titular, que le gusta más que comer con los dedos. Si fuera jornalero no estaría para las tontunas del momento, pero puestos a tener que recordar lo obvio y en igualdad demagógica, le diría que, aunque le extrañe, todavía hay gente que vive de su trabajo. Sin rencores, Espe.
(De la sección "Pongamos por caso" 28/03/2010)
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