Persecución criminal en Irak
Es una vergüenza para cualquier país civilizado ser testigo y no actuar sobre lo que sucede en Irak. En la actualidad, cerca de 200.000 personas, la mayoría de ellos cristianos, han tenido que huir de sus hogares en los últimos días ante el avance de la milicia yihaidista del Estado Islámico, que se ha cobrado ya innumerables víctimas de una manera impune y criminal.
El Estados Islámico ha tomado la ciudad de Sinjar, cerca de la frontera con Siria, en la que vivían unas personas que estas milicias asesinas consideran “adoradores del diablo”. La persecución de todos a los que los yihaidistas consideran infieles y traidores al Islam alcanza ya dimensiones sangrantes, dramáticas, algo que ya se vivió en la época de Jesucristo y que jamás debería volver a repetirse. Pero sucede, y en muchos otros lugares del planeta, sin que nadie haga nada.
El Papa ya lo dijo tras el rezo del Ángelus, del pasado 20 de julio: hay que pedir para que el Dios de la paz suscite en todos un auténtico deseo de paz y de reconciliación. La violencia no se vence con la violencia. También este domingo pasado, día 10, volvió a insistir en que no se puede asesinar en nombre de Dios. Si se escuchara más al Santo Padre, desde todas las instancias, el mundo sería totalmente distinto a ahora.