Perfil de un policía

Desde beas de segura. En respuesta a Don Nicolás Galisteo Padilla en su carta del martes día 13, en la que hace alusión al derecho que tiene del uso de la palabra en la libertad de expresión que tan honrosamente reconoce nuestra Carta Magna, para decir cuanto le venga en gana, como refiere, sin ataduras, lo que ya se ve en su carta muy claramente, y un sin fin de etcéteras con los que quiere barnizar los juicios que emite al final de su artículo contra servidores de la sociedad, a la que hemos consagrado nuestras vidas, las que ofrendamos por servir a la sociedad de la que salimos renunciando a muchos derechos constitucionales de los que disfruta Don Nicolás, para servirle más y mejor, e incluso le da dicho señor contra nosotros atribuciones que no tiene el Tribunal Militar, y a los Jueces Togados del mismo, a la hora de juzgar a personas sobre las que no tiene jurisdicción alguna, ignorando dicho señor que los policías no son castrenses, por lo que no pertenecen al Ministerio de Defensa si no al de Interior.

    20 ago 2013 / 07:48 H.

    Sí la Guardia Civil, que su régimen interno sí que es Castrense. Emito entonces el presente perfil de un policía, para que dicho señor tenga acceso a cómo nos vemos las Fuerzas y Cuerpos de la Seguridad del Estado, de nuestra querida y maltrecha España, la que ha pasado por diferentes regímenes del color que haya sido y siempre se nos ha necesitado y reconocido. Lo referido en dicho documento igualmente es reconocido por un porcentaje elevadísimo de nuestra población. Hemos servido y seguiremos sirviendo a la sociedad, cualquiera que sea el color de su Gobierno, porque sea el régimen que sea, siempre se nos necesitará y nuestra grandeza siempre ha sido servir a la sociedad y no servirnos de la sociedad, sabiendo incluso muchos que iban a morir en misiones arriesgadas, se han entregado sin reservas, dándose a la sociedad a sí mismos. Es este un documento que nosotros mismos hemos confeccionado y que da fe de lo que somos y sentimos todos en general y cada uno de nosotros en particular: Un policía debe ser una mezcla de todos los hombres: un santo, un pecador, un golfo y un Dios. Es al mismo tiempo el más buscado y el menos deseado entre los hombres. Es un ser extraño al que se le llama señor de frente y lo que no quiero decir la espalda. Debe ser tan diplomático que pueda mediar en un altercado entre dos individuos, haciendo creer a cada uno que él ha ganado. Si el policía está bien vestido, es un esnob, si su forma de vestir es descuidada, es un abandonado. Si es agradable, es un coqueto, si no lo es, es un gruñón. El policía debe ser capaz de sostener una pelea con dos hombres que sean dos veces más fuertes, y más  jóvenes que él sin dañar su uniforme y sin ser brutal. Si consiguen pegarle es un cobarde, si es el quien pega, es un bruto y un represor. Tiene que tomar una decisión en un instante, cuando la misma cuestión le llevaría varios meses a un abogado. Tiene que ser el primero en llegar al lugar de un accidente y dar un diagnóstico de lo más preciso. El policía tiene que devolver la respiración, cortar una hemorragia, entablillar una articulación y sobre todo  asegurarse de que la víctima vuelve bien indemne a su casa. El policía debe ser un experto en el manejo de las armas de fuego. Tiene que ser capaz de sacar su arma a la carrera y alcanzar al objetivo allí donde no le haga un mal grave, a continuación explicar exhaustivamente por qué ha disparado. Un policía debe conocer todo y saber todo, pero decir nada. Tiene que saber dónde se cometen todos los pecados del mundo, pero no hacer ninguno. Tiene que partir de un solo cabello, describir el crimen, el arma del crimen, el nombre del culpable y donde se le puede encontrar. Si él le encuentra es un afortunado, si no  pues un inútil. Si es ascendido tiene que conocer a alguien de alto nivel, si no lo es, es un zoquete. El policía debe seguir una pista hasta el final, trabajar jornadas completas para encontrar un testigo que ha visto todo, pero que niega acordarse. Escarba en los dossiers y escribe informes con el fin de establecer una prueba infalible que será destruida por “sabios colegas”. El policía debe ser un pastor, un trabajador social, un diplomático, un duro, un caballero. Y sobre todo, tiene que ser un genio, pues tiene que mantener una familia de una manera irreprochable si, no obstante, vive lo suficiente para ver a sus hijos crecer. He aquí Don Nicolás, a un individuo al que pocas veces se le llama amigo.
    Blas Molina Cantero