Pentecostés

El próximo día 24 de mayo celebraremos la solemnidad de Pentecostés y, con ella, la acción de Espíritu Santo sobre los apóstoles, que estaban en una casa con las puertas cerradas por miedo a los judíos, y tras su venida, revestidos de sus dones, salen al mundo, para predicar la buena noticia del mor de Dios a los hombres. Nos dice San Pablo que “en cada uno de nosotros se manifiesta el Espíritu, para el bien común”, mediante los dones que recibimos de Él: Dones de sabiduría, de inteligencia, de consejo, de fortaleza, de ciencia, de piedad y de temor de Dios. A través de ellos, el Espíritu Santo actúa en nosotros. La Beata Teresa de Calcuta, nos dice: “Todos somos hijos de Dios, así que es importante que compartamos sus dones”. Compartiéndolos, y poniendo nuestra aportación a un alto interés, contribuiremos a la transformación de este mundo, que se resquebraja en todos los sentidos, en un mundo más estable y digno. El camino es el del servicio y el compromiso, recordando siempre que sólo somos instrumentos de Dios. El deseo de Cristo es que nuestra misión sea una continuación de la suya, de aquella misión que le trajo hasta nosotros, y que selló con su muerte en la cruz. Debemos confirmar nuestra intención y nuestra fidelidad cada día, preguntándonos, con renovada entrega y firme voluntad: “¿ Qué puedo hacer yo por los demás, en esta situación y momento concretos?”, a sabiendas de que lo realmente importante no es cuánto hagamos, sino el amor y el entusiasmo que pongamos en lo que hacemos, por nimio que sea. Nuestras armas serán la oración, los Sacramentos, y la lectura de la palabra de Dios, siempre actual, siempre abierta a dudas e interrogantes, y fuente inagotable de inspiración, de fortaleza y valentía. Trabajemos nuestros dones y sigamos las huellas de aquel que “pasó por el mundo haciendo el bien” y que antes de subir al cielo, nos confió su nuevo mandato: “Amaos los unos a los otros como yo os he amado”.

    19 may 2015 / 12:36 H.