Pensiones imperfectas

En días de descanso en Orcera, la capital de la provincia marítima en la que fue enterrada la madre de Manrique, tuve la osadía de leer el gran tocho sobre las Matemáticas de Bertrand Russell, el londinense del Bloomsbury al que llegué encadenado por Virginia Woolf, siempre impresionante, o Gerald Brenan. Tenía edad suficiente para recibir con la mirada la belleza cercana de Segura de la Sierra, pero aún ignoro qué pude descubrir en el libro de Russell, al que mucho antes habían concedido el Nobel de Literatura.

    07 ago 2014 / 22:00 H.

    En aquel tiempo, nuestros pueblos no tenían bibliotecas ni librerías, solo televisión en blanco y negro, y por una equivocación solo dispuse de aquel libro tan difícil para la tranquilidad orcense. La memoria no  puede certificar el resultado de la lectura, supongo que gocé de las partes literarias y de las filosóficas, que debían ser la mayoría, comprendí poco o nada. El libro existe, pero leerlo ahora, con una edad distinta y parece que una mente más cultivada, aportaría una interpretación más generosa que la de entonces, pero recordarlo trae descubrimientos personales. Las lecturas, incluso aquellas que creemos que no entendemos, son positivas porque en parte van a parar a un saquito que tenemos en alguna parte de la cabeza y, de cuando en cuando, lo abrimos para sacar algo que aprendimos sin conciencia en su momento. Del tocho matemático creo con seguridad que entraron cosas como que los números tienen traducción literaria y que la aritmética —al menos la aritmética— no es una ciencia exacta, como prueba el relato sobre las pensiones. El PP tiene razón cuando afirma que el PSOE bajó las pensiones, porque lo hizo el Gobierno de Zapatero al final de la legislatura, aunque en el conjunto sea el que más las subió de toda la historia, y vuelve a tener razón el PP cuando asegura que el Gobierno de Rajoy las ha subido, aunque con los copagos farmacéuticos y zarandajas de corte diverso, es quien las está dejando con menor poder adquisitivo y eso, en provincias tan pensionadas como Jaén, prueba que se usan las Matemáticas para engatusarnos.