Pensar en tiempos revueltos
A río revuelto, ganancia de pescadores hemos oído decir. Pues no señor, ni mucho menos. Ganancia de algunos pescadores. Muchos, sí, puede ser, lo concedo, pero estos pescadores nunca serán la gran mayoría. La época que estamos viviendo será estudiada por aburridos escolares, por meticulosos historiadores del futuro.
Las grandes magnitudes, las causas profundas, los vertiginosos acontecimientos, pero vivirla, lo que se dice vivirla —ahora como siempre— la estamos viviendo todos nosotros, somos los privilegiados y desdichados testigos. Los miedos, la inseguridad, las angustias de cada día no serán materia de análisis. Nunca lo han sido. Convendría tener, pese a todo, la mente bien abierta, el ojo en el sitio preciso para explicar y explicarnos lo que vivimos día a día. Por lo demás, no nos está sucediendo nada especialmente excepcional. Los ciclos históricos llegan a su fin como llega la viejecita del quiosco. Y modestamente es lo que piensa esta que lo es. La denominada crisis económica es mucho más que eso, con ser ya mucho. Vivimos, pienso, los inicios de una crisis geopolítica, en el sentido más profundo de la expresión, mundial. El sólido equilibrio imperante desde el final de la II guerra mundial se cuarteó al mismo tiempo que caía el muro berlinés y, sobre todo, cuando la patria de los trabajadores, la temible Rusia, resultó ser un mastodonte anquilosado y ruinoso. Agárrense bien. Esto está empezando.
Periodista Manuela Espigares