Pensamientos

Una vez le escribí a Muñoz Molina. Todavía debe de andar la carta por ahí, entre mis secretos más cobardes. Porque, claro, no la envié. Apenas recuerdo la razón de aquel interés epistolar. Quizá pensara con cierta lógica homeopática que me vería impregnada de la perfección narrativa de mi paisano o puede que solo me dejara llevar por la prodigiosa sensación que me producía zambullirme en sus historias. Mirando hacia atrás, llego a la convicción de que leer surte efecto. De hecho, te abre por dentro.

    09 sep 2013 / 14:59 H.

    A mí, al menos, cada libro me ha abierto puertas y ventanas a precipicios desconocidos, generando corrientes muy útiles para levantarle la falda a la mente. Y es en ese batiburrillo de enaguas al aire donde empiezan a surgir remolinos de pensamientos que te sacan de la inclinación habitual, cotidiana, correcta. Después, basta pinchar el globo que contiene esos pensamientos para que fluyan por el universo. Aunque una vez soltados hay que tener cuidado porque enseguida se transforman en realidades si los vestimos de imanes durante el tiempo justo. Eso sí, luego podemos decir que las cosas ocurren porque así lo ha querido el destino. Pero, al menos, nosotros deberíamos saber que los hechos los conforman las acciones que emanan de los pensamientos y de los objetos que salen de esas acciones. Por eso, no estaría de más aprender a utilizar ese poderoso instrumento. Porque también puede que todo este proceso ocurra a puerta cerrada y entonces se produzcan ideas horrorosas, llenas del tumor amurallado del miedo, el odio o el egoísmo. Ideas que a diario vemos reflejadas en las noticias: hacer la guerra, dejar que las personas mueran por no tener cobertura sanitaria, permitir que los niños tengan carencias, querer curar la homosexualidad, o lo que es peor, como en la Rusia de Putin, favorecer brutales palizas ejemplificadoras a las personas gais. No suelo llegar casi nunca a conclusiones, pero por una vez diré con convicción que los pensamientos son la fuerza generadora del planeta. Así que a partir de ahora haré lo posible para que esos activos intangibles que van a ser mis nuevos pensamientos sean generados a “puertas abiertas”.

    Sofía Casado es abogada