Para que todo cambie
La deuda de un país siempre ha sido necesaria porque debe hacer balanza frente al PIB. El capitalismo juega al debe y al haber con sus leyes de oferta y demanda. No importa, entonces, que se eleve la deuda si la capacidad de producción se incrementa de igual modo, porque contrapone su peso.
Al fin y al cabo forma parte de la espiral ilimitada del sistema que en teoría no posee más freno que el propio crecimiento. Pero con esta crisis ha sucedido precisamente que ya no se produce como antes y, sin embargo, el endeudamiento ha aumentado. Ahora bien, el endeudamiento público se ha producido porque Papá Estado ha absorbido todos esos estropicios privados de los últimos años, todos aquellos negocios que, especulando, han ido creando pequeñas quiebras en sus empresas o agujeros financieros en sus compañías. Por ejemplo, mientras España daba 6.000 millones a los bancos hace apenas dos años, parcheando la situación, ahora el Banco Central Europeo tiene que inyectarnos 1.500 millones para intentar sanear nuestra deuda pública, que es la que según la prima de riesgo —el seguro que la controla— se halla en horas bajas por todo esto. Es el primer paso para que el sistema explote, para que todo cambie y deje de ser como era. Poco a poco así será. Algún día dentro de no sé cuántos años alguien escribirá nuestra historia y explicará qué sucede y cuáles están siendo las claves para que este sistema se vaya al carajo. Y, sobre todo, quiénes son los que se benefician de ello. Entonces lo sabremos.
Juan Carlos Abril es escritor