PAQUI ORDÓÑEZ MORILLAS. "La sanidad es ahora más burocrática que asistencial"
María José Ortega
Lleva casi toda una vida auscultando. Escucha con atención el sonido de los órganos del cuerpo para averiguar la dolencia, aunque, si quisiera, podría hacerlo sin estetoscopio porque en su trabajo la humanidad es a veces la mejor medicina. Paqui Ordóñez trata, desde hace 31 años, con las debilidades del ser humano. Quiso ser enfermera por vocación, y casi por obligación del destino. Nació con alegría, empatía y amabilidad de sobra para dar y regalar a toda su familia y a cada uno de los pacientes tratados y por tratar.

Lleva casi toda una vida auscultando. Escucha con atención el sonido de los órganos del cuerpo para averiguar la dolencia, aunque, si quisiera, podría hacerlo sin estetoscopio porque en su trabajo la humanidad es a veces la mejor medicina. Paqui Ordóñez trata, desde hace 31 años, con las debilidades del ser humano. Quiso ser enfermera por vocación, y casi por obligación del destino. Nació con alegría, empatía y amabilidad de sobra para dar y regalar a toda su familia y a cada uno de los pacientes tratados y por tratar.
—Lleva muchos años vestida con la bata blanca, ¿alguna vez ha sentido que le “pesaba” demasiado?
—No, nunca me han dado ganas de tirar la toalla y es que no me veo trabajando en otro sitio. Siempre lo he tenido muy claro. Es una profesión vocacional. Cuando terminé el Bachillerato tenía 17 años, entonces vi en la prensa que salía la convocatoria, me preparé las oposiciones, hice el examen de ingreso y aprobé. Ahora me alegro mucho porque cada día me gusta más mi trabajo. Los principios fueron en Jaén en el Hospital, después estuve un tiempo en Linares y en otras provincias. En Linares me hicieron un contrato más largo y estuve trabajando allí durante unos ocho años. Después nació mi hija mayor, y como no podía cogerme el permiso de maternidad, la tuve que dejar con los abuelos. A los ochos años, me dieron la plaza en Jaén y, desde entonces, sigo aquí.
—Empezó a trabajar muy joven, ¿cómo fueron sus inicios?
—Recuerdo que estaba recién casada y con mi hija aún muy pequeña y, cuando apenas tenía dos meses, la tuve que dejar con los abuelos, así que siempre me iba con un nudo en la garganta. A pesar de eso, mis comienzos fueron muy bonitos y me acuerdo que empecé con ilusión y con muchas ganas de trabajar. Siempre me he encontrado muy a gusto en mi trabajo.
—¿Evolución o involución en el sistema sanitario público?
—Bajo mi punto de vista el sistema sanitario no tiene fallos de importancia. La Seguridad Social está muy bien organizada, aunque sí es cierto que existe más demanda de la que se puede cubrir. Todo es mejorable, pero yo, desde dentro, estoy muy contenta y conforme con la sanidad que tenemos. Yo también he sido paciente y como profesional veo que funciona bastante bien.
—Tiene a sus espaldas una experiencia de 31 años como enfermera, como profesional del sector, ¿qué cambios ha notado en el terreno sanitario?
—En general, ahora se trabaja más por objetivos, por unidades de gestión. Antes era más vocacional. Entonces mi trabajo como enfermera era más asistencial. Actualmente, las administraciones se están volcando más en objetivos. Creo que antes el trato era más individualizado, ahora hay más “papeleo” y más burocracia. Actualmente, trabajo en un centro de salud, por eso desde mi punto de vista y desde mi experiencia, existe muy poco tiempo para el paciente porque te tienes que dedicar mucho más tiempo a meter datos en el ordenador. Antes no había tanta informática y se trataba más de “tú a tú” al paciente.
—Una de las principales quejas de los usuarios es la falta de personal, ¿se carece de personal sanitario en la provincia?
—Es cierto que faltan sustituciones. No sé si será por la crisis o por otros motivos, pero no hay presupuesto para las sustituciones. Entonces la situación actual es que tenemos que trabajar con un mínimo de personal, tanto en atención especializada como en la primaria. Además, no se cubren las vacaciones y las bajas son también muy difíciles de cubrir. Esta situación se arrastraba antes de la crisis y, ahora, es cierto que se ha acentuado.
—¿Cuáles son las funciones de una diplomada en Enfermería?
—Antes trabajaba en el Hospital, en la UCI Pediátrica, y era una atención más especializada. Actualmente estoy en un centro de salud y entre mis funciones están las de realizar un seguimiento, bajo preinscripción médica, del paciente. Aparte de eso, hay una serie de programas que establece el SAS relacionados con la hipertensión y la diabetes. A todas esas personas con procesos crónicos hay que hacerles también un seguimiento, como citarlos cada cierto tiempo en consulta, hacerles sus respectivos controles médicos o bien si no pueden asistir al centro de salud, tenemos que desplazarnos a su domicilio para realizarles un adecuado tratamiento.
—¿Algún caso que no haya conseguido olvidar?
—Cuando estuve en UCI pediátrica, me impresionó mucho, por lo joven que era y por la manera en la que ocurrió el percance, el chico que sufrió un accidente en una atracción de feria. Al estar tanto tiempo ingresado y al ver la reacción de los familiares durante ese periodo, acabó impactándome mucho. En la UCI pediátrica, al tratar día a día con casos graves acabas, en cierto modo, habituándote. Sin embargo, el caso concreto de este chico me impresionó bastante.
—Como trabajadora del sector y como usuaria, ¿sanidad privada o pública?
—Bajo mi punto de vista, la única diferencia que existe entre la pública y la privada es que ésta última te ofrece una consulta privada y te atienden con rapidez, sin esperas, porque no tiene la misma demanda pero yo prefiero siempre la pública. Además, gran parte de los profesionales que trabajan en la Seguridad Social pasan también consulta en la privada. Yo casi que prefiero la atención que hay en la sanidad pública.
—¿Es cierto que se cometen “abusos” por parte de los usuarios a la hora de utilizar el servicio de urgencias?
—Cada cierto tiempo hago guardia en el ambulatorio central, en Jaén capital, o en alguna de las provincias y tenemos que estar localizados las 24 horas para las urgencias. Es aquí donde realmente ves que la gente va por tonterías y muchas veces los que realmente están enfermos tienen que esperar más tiempo por culpa de otros pacientes que acuden realmente por cosas que no tienen mayor importancia. Por ejemplo, un caso concreto que me ocurrió fue una vez que llamaron porque un joven se había dado un golpe la noche anterior y, al día siguiente, de madrugada, le había empezado a doler. También acuden para hacerse la prueba de embarazo. La prioridad se hace pero se tienen que ver a todos los pacientes y como profesional no se le puede negar a nadie la atención médica. Incluso hay ocasiones en los que entra un caso urgente y la gente que acude por motivos menos importantes se enfada y protesta. Luego también hay avisos domiciliarios para asuntos sin mayor gravedad. En una ocasión se tuvo que desplazar una ambulancia, con un equipo humano, con todo el presupuesto que supone atender un servicio de este tipo, para asistir a un joven que tenía fiebre.