PAOLA VALES FORTES: “Mis tocados son específicos para cada mujer”

Olivia Aranda
Dejó el Derecho para dedicarse al diseño de moda y se ha especializado en tocados y pamelas. Paola Vales Fortes es una mezcla de mexicana y gallega que ha sabido adaptarse a Jaén, y eso es algo que se plasma en sus trabajos: una mezcolanza única de colores y tejidos que se adaptan a sus clientes.

    02 ago 2009 / 10:28 H.

    —¿Cómo empezó su trayectoria en el mundo de la moda?
    —Bueno, yo estudié la carrera de Derecho e incluso llegué a trabajar en un bufete de abogados de Madrid, pero, cuando me casé y me vine a Jaén, ya tenía claro que tenía que haber estudiado Bellas Artes. Mi inquietud creativa no me dejaba y, al final, abandoné el Derecho. Eso fue hace unos seis años. Entonces, me apunté a una academia de diseño de moda y patronaje, en Córdoba, y también hice cursos de tocados y pamelas, en Madrid. La verdad es que, en Jaén, por lo que más se me conoce es por esta última faceta, aunque también he diseñado vestidos.
    —¿Por qué se especializó en tocados y pamelas?
    —Porque el proceso creativo es más rápido que el de un vestido, también porque es algo nuevo, diferente. Además, Jaén es bastante complicado para la ropa a medida. A la gente de aquí no le gusta mucho comprarse una prenda que no va a ver terminada hasta el final.
    —¿Cuál es su próximo proyecto?
    —Monté un local. Era algo diferente en Jaén, pero con la crisis, los hijos y, al ver que la gente me conoce más por el boca a boca he decidido seguir como freelance, de manera directa con el público, o vendiendo mis productos en diferentes tiendas. Los tocados y las pamelas los hago de forma completamente artesanal. No hago producción masiva. Cada uno es exclusivo. En las tiendas, va a ser algo diferente porque, normalmente, yo los hago adecuados al vestido de la clienta, pero ahora van a salir de mi imaginación. Así que ahora podrán encontrar mis productos en tiendas de Jaén o poniéndose en contacto conmigo (teléfono: 639124923).
    —¿Cuánto tarda en hacer un tocado?
    —A las clientas les doy un margen de quince días porque necesito ese tiempo entre varios tocados que hago a la vez y conseguir los materiales, pero si me pongo cien por cien con un tocado lo puedo sacar en dos o tres días, aunque, de todas formas, depende de los materiales.
    —¿Qué materiales utiliza?
    —Cola, todo tipo de tejidos, plumas un montón —porque además ahora se llevan mucho— y todo lo que me pueda servir, como cintas, lentejuelas, abalorios.
    —¿Qué precios tienen?
    —Suelen estar en un mínimo de cien euros. A partir de ahí, depende de lo que lleven. Por ejemplo, si lleva una pluma de gallina de Guinea de colores, pues es más difícil de conseguir y sube el precio. Los que están en el muestrario son más baratos, porque ya están hechos. Los hay, incluso, de cincuenta euros. Es algo muy exclusivo. Yo sé que, en las tiendas, son algo más económicos, pero están hechos en serie.
    —¿Qué aporta un tocado a la vestimenta de una mujer?
    —A veces, las personas creen que les va a quedar fatal y, cuando empiezan a probárselos, ven que les favorece, así que aporta simplemente el hecho de verse más guapas, más sofisticadas, o le da un toque más importante a tu vestido. Es que enriquece el traje y, ahora, con la crisis es más importante el complemento que el propio vestido, y el tocado aporta un toque más personal. Yo lo hago específico para cada persona. Previamente, pruebo el muestrario y veo el que le queda bien a la cara de la clienta. Además, tengo en cuenta el vestido y el peinado que va a llevar.
    —¿Cuál es la tendencia actual en tocados?
    —Hace dos años, cuando empezaron, la gente sólo se atrevía, como mucho, con algo tipo flor o charlestón. Ahora, cada vez son más grandes y espectaculares o, al revés, los hay muy pequeños, pero con algún toque muy llamativo. Suele ocurrir que la primera vez, las clientas se ponen uno más normal y, luego, se atreven con otros más diferentes. Lo que se lleva en Sevilla o en Madrid va llegando hasta aquí.
    —Usted también ha diseñado ropa.
    —Sí, he hecho trajes de novia, empezando por el mío, que lo diseñé yo. También todo tipo de ropa de fiesta, de madrina, pajes de niños. Además, me he centrado en hacer trajes de fiesta para embarazadas. Yo he tenido dos hijos y no hay ropa de fiesta premamá, cuando, además, es una época en la que las mujeres están muy guapas.
    —¿Cómo era su vestido de novia?
    —La verdad es que fue diferente a lo que hay en las tiendas. Era blanco, pero tenía colorido, con unas incrustaciones de flores de tela de tapicería. Llamó la atención, pero a la gente le gustó. Una vez, hice uno a una amiga mía que quería un vestido muy sencillo y con bolsillos, y eso no lo iba a encontrar en ningún sitio. Quedó muy chulo. Se trata de que no vayan como todas las novias o disfrazadas.
    —¿Cómo definiría su trabajo?
    —Mis diseños mezclan materiales y tejidos. Son muy elaborados, coloristas y originales.
    —¿Tiene una rutina de trabajo?
    —¡Eso me gustaría a mí! Lo intento, pero me resulta imposible. Es como lo de las dietas. A veces, te llega una clienta que necesita un tocado para una fecha cercana. Luego, el día que te pones, no hay manera de que se coloque la pluma o el material con el que estés trabajando y es mejor dejarlo. No es un trabajo mecánico ni programado. Yo intenté hacer diseños siguiendo una misma línea, pero me van saliendo sobre la marcha. Parece lo típico que dicen los artistas, pero es que es así. Algunos los tengo que estar pensando más tiempo y otros, no. Es una de las cosas que me gustan de mi profesión, porque yo lo del Derecho, por ejemplo, no lo llevaba bien. Un trabajo tan mecánico y tan de oficina.
    —¿Qué diseñador le gusta?
    —Me encanta Óscar de la Renta por las telas que utiliza. No sé de dónde las sacará. Los cortes que tiene también me gustan mucho, pero, sobre todo, es rico en colores y tejidos sin dejar de ser elegante. Algo que se ve también mucho en mis tocados.
    —Usted no es de Jaén, ¿verdad?
    —No. Yo soy hija de emigrantes gallegos que se instalaron en México y nací allí. Supongo que de ahí me viene lo de los colores en mis diseños. He vivido en Vigo (Pontevedra) desde los dos años. Luego, me fui a estudiar la Licenciatura de Derecho a Madrid y, en el colegio mayor, conocí a mi marido, que es de Jaén. Nos casamos y acabé viviendo aquí, que era algo que nunca imaginaba. Estoy muy bien en Jaén, lo que pasa es que echo de menos el mar y, cada cierto tiempo, me entra la “morriña”. Ahora ya estoy deseando ir para allá para pasar el verano. En cuanto a México, suelo ir a menudo porque tengo mucha familia allí.