Pánico social
Cuatro millones de jornales que se perderán en la próxima campaña de aceituna en la provincia. Se dice pronto, pero es una barbaridad. 200 millones de euros menos que recibirán los trabajadores, además de una reducción generalizada de ingresos en el sector como efecto dominó. Parece exagerado. Y es que quizá lo sea.
Las organizaciones agrarias han redondeado al alza sus fatalistas estimaciones sobre la próxima campaña de aceituna, porque es su papel, pero hay que tener cuidado y no ser catastrofistas, ni aves de mal agüero. La cosecha se va a reducir, pero alarmar al personal solo puede crear pánico social, más que “emergencia social”, como auguran ellas que va a suceder. Volvemos al tema de las ayudas y de su utilización en rentabilizar los olivares y hacerlos más productivos, con independencia de si llueve o hace calor. Ahora quizá sea ya tarde. Y el problema no es pequeño, porque, además, la subida del precio del aceite en origen no deja de ser un espejismo. Se alegran, sí, pero es pan para hoy y hambre para mañana. Cuando falte aquí oferta irán a comprar a otros lugares. Y eso tampoco es para es alegrarse.
*Una duda para IU. Atención, una duda, y no es existencial. A ver si alguien de Izquierda Unida de aquí me puede despejar la incógnita. En Marinaleda, el municipio de 2.700 habitantes que ha hecho famoso su alcalde Sánchez Gordillo —que ahora se lleva la palma mediática— son 1.100 vecinos los que conforman su población activa y, de ellos, 700 cobran el antiguo PER. Más o menos. Del presupuesto municipal, cerca del 25% es fruto de ingresos por recaudación propia y el resto llega por subvenciones varias. Me pregunto si cuando se acaben las ayudas se echarán al monte como Curro Jiménez, azuzados por el alcalde más televisivo de la historia. Será por eso que se permite el lujo de tener tele local. ¿Ese es el modelo productivo que defiende el líder de los jornaleros altivos y del que IU se vanagloria? ¿Y qué sueldo gana?
*Cuidado con el Santo Rostro. Como si viene una venerable anciana y se ofrece para restaurar el Santo Rostro y luego lo deja hecho un cristo, nunca mejor dicho. Lo que ha pasado en ese pueblo de Zaragoza, donde una parroquiana ha destrozado una valiosa pintura de uno de los muros del santuario del municipio, parece sacado del guion de una película de Torrente. No estaría de más que el deán de la Catedral de Jaén, Francisco Juan Martínez Rojas, revisara las medidas de seguridad de las obras de arte de nuestra catedral. Solo por si acaso.
Publicado el domingo 26 de agosto en edición impresa de Diario JAEN, en la sección 40 grados