Palomares, 50 años después
Sucedió en 1966. Cuatro bombas con material nuclear que portaban dos aviones estadounidenses cayeron en el municipio almeriense de Palomares después de chocar ambos aparatos en un accidente en pleno vuelo. Ahora, casi cincuenta años después, Estados Unidos asume su compromiso con la esperada visita del secretario de Estado norteamericano John Kerry y la firma de una declaración de intenciones con el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García Margallo. Con la frase de “bien está lo que bien acaba”, la declaración de intenciones supone la “reparación de un error”, de manera que se pueda rehabilitar por completo el entorno afectado por el accidente radiactivo.
La buena noticia es que existe voluntad expresa y por escrito de concretar las condiciones cuanto antes, pero, a la hora de la verdad, el documento suscrito no recoge de manera expresa plazos o quién se hará cargo de la financiación para llevar a buen puerto la descontaminación en la zona. A partir de ahora se creará una comisión mixta para coordinar los trabajos de rehablitación. Además, queda en el aire el delicado asunto de la financiación, algo que, de forma etérea, se dice que se fijará “de mutuo acuerdo”.
Desde organizaciones ecologistas se demanda una investigación para conocer en profundidad el alcance real de la contaminación radiactiva en la zona, algo que el entonces ministro Manuel Fraga quiso minimizar con la famosa fotografía del baño en la playa. Es de esperar que, más allá del protocolo formal y las buenas intenciones al más alto nivel, el compromiso se materialice a pie de obra cuanto antes y con todo rigor, amén de las garantías necesarias, porque, después, toda la responsabilidad será ya solo de España.
La buena noticia es que existe voluntad expresa y por escrito de concretar las condiciones cuanto antes, pero, a la hora de la verdad, el documento suscrito no recoge de manera expresa plazos o quién se hará cargo de la financiación para llevar a buen puerto la descontaminación en la zona. A partir de ahora se creará una comisión mixta para coordinar los trabajos de rehablitación. Además, queda en el aire el delicado asunto de la financiación, algo que, de forma etérea, se dice que se fijará “de mutuo acuerdo”.
Desde organizaciones ecologistas se demanda una investigación para conocer en profundidad el alcance real de la contaminación radiactiva en la zona, algo que el entonces ministro Manuel Fraga quiso minimizar con la famosa fotografía del baño en la playa. Es de esperar que, más allá del protocolo formal y las buenas intenciones al más alto nivel, el compromiso se materialice a pie de obra cuanto antes y con todo rigor, amén de las garantías necesarias, porque, después, toda la responsabilidad será ya solo de España.