País de pícaros

Solo aquí, en España, sabemos lo que son los pícaros. Es creación cultural y literaria propia, y en su día se exportó con éxito. Cuando en Europa quieren indagar en nuestra historia, la picardía es un concepto que solo se aprende después de haber estudiado nuestro Siglo de Oro que, en realidad, como bien se sabe, eran dos.

    28 mar 2013 / 10:24 H.

    Pero lejos de la estampa satírica y burlesca de los pobres diablos que hacen reír con estrafalarias y ridículas aventuras, repletas de anécdotas de hambre, hurtos o lujuria, el trasfondo de los pícaros es muy triste, porque nos habla de un país en decadencia y declive, un gigante con pies de barro en el que sigue reinando la astucia, las artimañas y los listillos frente al mérito, el conocimiento y el trabajo. Y así seguimos. La picaresca va de la mano del engaño y las malas artes, la mentira y la superstición que, por cierto, nunca hemos echado en falta. De hecho, si parecía que hace poco nos habíamos sacudido esa costra rancia de chistes sobre hambre, racistas, homofóbicos o machistas, ahora vuelve de nuevo la caspa de los instintos más bajos a golpearnos, de la mano de la depresión económica y de una degradación de las costumbres sin precedentes, envuelta en una pátina sucedánea de libertad que viene a ser el colmo de la estupefacción. A más libertad, más pobreza, es decir: a más libertad, mayor capacidad de explotar y número de explotados. Porque crisis significa robo sin precedentes. De seguir así, pronto estaremos más cerca del siglo XVII que del siglo XXI.

    Escritor
    Juan Carlos Abril