Paco y Anuncia
Félix Manzaneda Oneto d esde Jaén. El otro día con la lectura de la prensa se refrescó la pesadilla de un verano en el que dos hijos se quedaron sin padres y tres hermanos dejaron de serlo, hoy se vuelven a abrir nubarrones teñidos de sangre, dolor e impotencia.
30 sep 2013 / 10:33 H.
Un conductor borracho atropella a un ciclista y se da a la fuga. Otra vez la carretera, otro estúpido y otra víctima. El juez lo pone en libertad con cargos, evidentemente la víctima no era su hermano, acusado de homicidio imprudente. Pero, ¿hasta qué punto es homicidio y no asesinato? ¿Y por qué imprudente? Le pueden caer entre dos y cuatro años. Resulta que Mauricio, el conductor, había sido detenido por lo mismo anteriormente, conducir ebrio, y retirada del carné, que el susodicho se pasó por el arco del triunfo. Y en marzo de 2012, de nuevo fue detenido por conducción temeraria y hacerlo teniendo retirado el carné y condenado con la retirada del mismo hasta 2017. Este ángel de la muerte se doctoró “cum laude” presuntamente atropellando y dejando sin socorro hasta su muerte a Óscar, un camarero que acudía al trabajo en bicicleta. Él es el culpable, por estar en la trayectoria de su presunto asesino. Con toda la legislación que existe sobre la conducción, los controles de alcoholemia, la publicidad y las campañas que de forma reiterada y machacona se publicitan año tras año y todavía sigue habiendo jumentos como Mauricio, al que no se le puede presuponer ignorancia de la Ley, sino que esta es su respuesta a la legislación, al respeto a la vida ajena. La reincidencia en el hecho delictivo lo convierte en más punitivo si cabe, la desobediencia al acatamiento de las varias sentencias que pesan sobre él y que olímpicamente, no es que ignore, sino que de manera supina desafía estos desacatos, lo hacen merecedor del adjetivo de premeditación por lo que a otros homicidas con menos alevosía y premeditación se les ha condenado por asesinato con premeditación y no como homicidio imprudente. Es por estos hechos previos y reiterativos, por su disposición voluntaria al desacato, por su desprecio galopante a la vida humana, por abatir la vida de Óscar y dejarlo presuntamente morir en la cuneta por lo que en la cárcel de mi conciencia, usted, Mauricio Eduardo Apolo Granda, de 26 años, lo condeno a 10 años de privación de libertad y retirada del carné de conducir por la muerte de Óscar Fernández Pérez.