PACO HERRERA GARRIDO. 'La psicología Gestalt da voz al propio paciente'
Olivia Aranda
Hace un año abrió un centro de crecimiento personal en el que desarrolla su trabajo con el fin de orientar a las personas. Perfeccionista y gran conversador, este jiennense proporciona las herramientas para llevar una vida mejor a través de la psicología y la psicoterapia.
Hace un año abrió un centro de crecimiento personal en el que desarrolla su trabajo con el fin de orientar a las personas. Perfeccionista y gran conversador, este jiennense proporciona las herramientas para llevar una vida mejor a través de la psicología y la psicoterapia.
—¿Qué diferencia hay entre un psicólogo y un psicoterapeuta?
—Un psicólogo es una cuestión más generalista, estudia la conducta de las personas, un psicoterapeuta para mí tiene una connotación básica, desde el momento que se introduce el término terapia estás hablando de curación. En la psicología, como en todos los ámbitos, hay muchas guerras, muchos nombres, a mí me interesa poco eso, me interesa cualquier cosa que me ayude a hacer mejor mi trabajo y contactar con las personas. Yo sentí la necesidad de ampliar la formación de la facultad y descubrí a mi primer maestro, Aaron Hillman, psicoterapeuta de Gestalt. Me abrió un mundo en lo que era la relación de persona a persona, el trabajo con los grupos, y me puso en contacto con todo el movimiento de la Gestalt de California. Conocí también a Juan Lafarga, un mexicano que hacía psicoterapia centrada en la persona y me aportó otra visión, me di cuenta de que el cuerpo tenía mucho que ver con la persona.
—¿Qué es la psicología Gestalt?
—Surge con una teoría que tiene sus bases en la percepción humana, después fue derivando y lo que hoy en día se conoce como psicoterapia Gestalt viene de la mano de Fritz Perls. Es una formulación de orientación, huye de la palabra ayuda, algo diferente a lo que hasta entonces había sido el psicoanálisis, porque le da voz, le hace sujeto activo en su proceso, al propio paciente. La formulación de la relación terapéutica trata de ser igualitaria, no de alguien que está en posesión de la verdad y trata de decirle al otro cómo tiene que actuar, sino de alguien que camina junto al otro. Al mismo tiempo utiliza técnicas muy novedosas. Después Claudio Naranjo me abrió un campo desde la Gestalt a la psicología integrativa y al eneagrama, lo más reciente con lo que estoy trabajando son las constelaciones familiares de la mano de Bert Hellinger.
—¿Qué son?
—Suponen una visión amplia y transformadora de la realidad. Implica el haber podido darse cuenta de que todos estamos unidos por unos niveles de conciencia que muchas veces no percibimos porque no desarrollamos. Tú y yo somos personas que nos vemos por primera vez hoy, pero seguramente hay veces que nuestras vidas se han cruzado y tenemos muchísimas cosas en común porque por el propio hecho de ser humanos tenemos vivencias similares. Luego, como todo, hay que matizarlo, porque la gente puede hacer de esto un elemento de superchería o de realidad y estudio. Las constelaciones nos dan pie a entender que nuestros legados, familiares y de grupo, están vigentes en nosotros.
—¿Cómo funcionan?
—Es difícil de explicar, hay que verlas y vivirlas, pero lo más elemental del método es que normalmente tenemos una percepción de determinadas realidades y experiencias que están focalizadas y en muchos momentos tienen que ver con cuál fue nuestra situación o posicionamiento en esa circunstancia. Es como si tú estuvieras observando esta mesa y quisieras hacer un análisis muy detallado, entonces pusieras mucha luz en un lado, cuanta más luz pones mucha mejor visión tienes de la mesa, pero en el lado opuesto hay mucha sombra, así que a veces nuestro posicionamiento en determinadas experiencias vitales hace que veamos la cosa como muy clara y nítida en un sentido. Yo puedo ver que tal día que mi padre me regañó e incluso me abofeteó en público pues me hizo mucho daño y esto lo tengo clarísimo, pero las constelaciones permiten que a través de representantes y del juego sistémico puedas visualizar otra forma de la realidad, desde otros posicionamientos y situaciones, incluso puedas comprender con la cabeza, el corazón y tu propio ser que tu padre estuvo con remordimientos muchísimo tiempo y además seguramente no tenía los conocimientos suficientes para haberte regañado de otra forma, el hombre hizo lo que pudo. Puedes llegar a tener una visión de la experiencia mucho más plural, polifónica.
—¿Hasta qué punto nuestros padres condicionan nuestras vidas?
—Nuestros padres, la mayoría de las veces, son los elementos más cercanos de identificación y, al mismo tiempo, de enseñanza y aprendizaje. Nos condicionan mucho, nosotros a nuestros hijos también, pero tampoco hay que exagerar, han condicionado nuestras vidas los maestros y nuestros iguales... Como dice Hellinger, nunca es tarde para una buena infancia.
—¿Deberíamos ir al psicólogo aunque no tengamos problemas?
—No, bajo mi punto de vista psicologizar la vida, medicalizarla, patologizarla es un exceso de la sociedad en la que vivimos en la cual la satisfacción ha ganado terreno a la carencia, parece como que tenemos de todo y llega un momento en que no sabemos qué queremos. Lo que sí entiendo es que si en un momento determinado alguien tiene una dificultad, un problema o una ambición por conocerse mejor está muy indicado que trate de buscar una orientación, las herramientas que le permitan llegar a una mejor vida.
—¿Se ha normalizado “ir al psicólogo”?
—Cada vez más, de todas formas estamos en Jaén, esta es una sociedad muy endogámica, muy agraria, arcaica en determinadas conductas y comportamientos sociales, eso ha hecho que el trabajar en psicoterapia, con grupos, sea bastante difícil porque en una sociedad que es pequeñita nos conocemos casi todos, pero afortunadamente cada vez más la gente se siente con la libertad. Esto es ya la mitad de la solución, asumir que se tiene un problema y no ocultarlo.
—¿Cómo desconecta del trabajo?
—Imagino que cada profesión tiene lo suyo, la demanda, sea cual sea, siempre es una carga para quien la maneja. Lo primero que tenemos que aprender es que sin ser inhumanos debemos establecer diferencias entre trabajo y vida personal. Dentro de la psicoterapia yo estoy en un nivel no de ayudarte a resolver tu problema o hacerme responsable de él, sino de facilitarte y acompañarte en el proceso para que tú tomes conciencia de lo que pasa, asumas la responsabilidad que te toca y pruebes fórmulas alternativas de conducta para conseguir el cambio. Después evalúas los resultados. A veces sobrecarga pero tienes que saber gestionarte. Hay una cosa que quiero poner de relevancia porque me siento muy agradecido y es que he trabajado en el Ayuntamiento mucho tiempo, en servicios sociales. Nunca dejé la psicoterapia pero he ejercido muchos años como psicólogo social. Ha sido una etapa fundamental de mi vida y lo sigue siendo, ahora tengo reducción de jornada y estoy en un ámbito distinto, la cooperación internacional.
—¿Por qué Nahual y por qué un cuervo?
—Nahual viene de las culturas precolombinas, implica que a veces los dioses tenían la curiosidad de ver cómo les iba a los humanos, se introducían en el cuerpo de algunos animales y deambulaban por este mundo. Al mismo tiempo, había humanos que adquirían un cierto nivel de iluminación, de sabiduría, y aprendían a valerse del cuerpo de determinados animales para llegar al mundo de los dioses. Así que Nahual es como una especie de puente entre lo humano y lo divino. Hay muchos animales que representan al nahual. Durante mucho tiempo en determinadas experiencias me hicieron ver que todos teníamos nuestro nahual, yo tenía la visión de un ave, me hacía la idea de que era un águila, después me di cuenta de que era un cuervo y me sentó fatal porque vi hasta qué punto era vanidoso. Y en ese proceso de asumirme tal como soy, me pareció muy interesante poner el cuervo.