Otra cuesta de enero
Este fin de semana ha sido la última oportunidad para los que no lo habían hecho aún, de recoger y guardar los adornos navideños, que, por cierto, al revés de lo que pasa en nuestras calles, en las casas cada vez los ponemos más abundantes y cargantes. Al más puro estilo americano.
Pero si hay algo de lo que, a estas alturas de mes, no cabe ya aplazamiento alguno, es comenzar la tan manida dieta saludable y hacer ejercicio físico, para remediar, de alguna manera, los estragos del mes de diciembre. Preciado diciembre que hace destrozos en nuestras básculas, aunque al comienzo de sus días, las intenciones de todos los años, sean las de no dejarnos llevar por la glotonería. En la otra cara de la moneda está el pobre mes de enero, que con tan poco aprecio es tratado y que todos deseamos dejar atrás, lo más pronto posible. Sus tristes días acongojan. A la amenazante cuesta empinada que se nos presenta, tras los gastos navideños, últimamente se le ha unido, la desdicha que causa la triste abstinencia de grasas, azúcares e hidratos de carbono, lo que nos hace arrastrar un carácter, más agrio y apesadumbrado de lo habitual. Lo asombroso de todo ello es que, las próximas navidades, volveremos a hacer lo mismo. Así un año detrás de otro. Sin acordarnos de lo mustios y marchitos que nos dejaron las reparaciones de los desaguisados provocados por la voracidad del año anterior.
Manuela Ruiz es abogada