Blog, palabra perdida.- Otra carta más
Queridas majestades, reyes, usías o los capos de los deseos, que no quisiera arrancar mi misiva con un conflicto con el protocolo político en esta España en continuo reciclaje. Quisiera transmitirles unas peticiones por si tienen a bien sopesarlas. Antes de nada recordarles que el tranvía que nos echaron hace unas cuantas navidades sigue sin pilas. Los niños tienen un cabreo monumental, José Enrique, de hecho, quería que lo devolviéramos, pero es que nos costó un huevo (en el amplio sentido) montar el trazado. La niña, Carmen Puri, que tanta ilusión le hacía no dice esta boca es mía, y los primos de Sevilla tampoco vienen a verlo.

Un trauma. La casa la tenemos hecha unos zorros con todo montado y sin verlo funcionar. El trastero, lleno de vagones y acumulando polvo. En fin, una lástima, lo dejamos en sus sabias manos. Algo parecido nos pasa con el “scalextric”, tramos a medio montar entre Baeza y Úbeda, desvíos por obras, baches y así no hay quien se dé una vuelta por la provincia en condiciones. Nos prometieron varias veces que este año era el bueno, pero nones. Un año nos regalan un viaducto; el otro, un puente; que si unas rotondas… Tampoco pedimos mucho, otros piden directamente un Estado y miran que se portaron ustedes bien con ellos. Que eran la envidia del barrio, un año sí y otro, también. Coño, perdón, que les trajeron hasta un AVE, de los que funciona, a París. Y es que los niños malcriados son los peores y cuando menos acuerdas se ponen a escribir cartas a cualquiera. Majestades, nos consta que están liados, y que reciben cartas de hasta los Reyes de aquí. Se entiende que su poder terrenal no da para más. Que si celeridad en el caso Noos, que si Hacienda tramítame unas facturas falsas… A nosotros, sin embargo, nos alegraría el año que el Urdangarín pisara la trena. Sería un rasgo de campechanía ejemplar, casi como si fuéramos todos iguales. De camino, si nos echaran unos cuantos jueces más, estrella o sin ella, que nos dan igual las marcas, pero que fijen, limpien y den esplendor. No es una amenaza, pero o se ponen en serio a trabajar, aprenden a delegar y a organizarse o nos pasamos a Papa Noël. La oferta y la demanda, ya saben.