Orar ante la Cruz
Durante el primer fin de semana de este mes, Jaén vivió un acontecimiento muy especial desde el punto de vista de la fe. La Cruz y el Icono de la Jornada Mundial de la Juventud llegaron a nuestra capital. La Cruz que Juan Pablo II regaló a los jóvenes lleva veinticinco años viajando por el mundo, invitando a reflexionar, apostando por el camino y los valores que Jesús nos enseñó.
Todos los actos fueron sencillos y emotivos, aunque personalmente lo que más disfruté fue el sábado por la noche en la basílica menor de San Ildefonso, ya que pude gozar de bellos momentos de oración y reflexión con la música de Brotes de Olivo e Ixcis, capaz de tocar la fibra sensible del corazón, capaz de hacernos mejores personas. Para los creyentes fue un fin de semana especial, quizás irrepetible, en el que tuvimos la oportunidad de manifestar públicamente nuestra fe por las calles de Jaén, portando una sencilla cruz de madera, al igual que se ha hecho por las calles de otros pueblos y ciudades de la provincia. Los cristianos tenemos que seguir orando ante la Cruz, símbolo de paz y salvación y, ofrecer al mundo, y a las personas que tenemos a nuestro lado, un camino de vida basado en el respeto, el amor y la comprensión; la mejor manera de hacerlo es con nuestras actitudes, con nuestro testimonio, con el trabajo de cada día. Por nuestras obras nos conocerán, y una buena manera de expresarlo es trabajando para evitar cruces innecesarias o para aliviar de su peso a los que no tengan más remedio que portarlas.
Miguel Lechuga es auxiliar administrativo