Opus Dei
Paula Camacho Ansino, desde Jaén.- El pasado 6 de octubre hemos celebrado el aniversario de la Canonización de San Josemaría, el santo de lo ordinario, según palabras del Beato Juan Pablo II. Comienza su andadura, en su conversación con el Señor, cuando tenía 16 o 17 años.
En los tiempos nevados de Barbastro, va mirando las huellas de unos pies descalzos de un fraile. De ahí nace un fuerte deseo de entregarse a Dios. Sabe que el Señor le pide algo, pero no sabe qué. Se va a ver al fraile y éste le plantea un plan de vida: la oración y la lectura del Evangelio. Con el tiempo nacerá el Opus Dei. Cuántas veces le han preguntado qué ha aportado el Opus Dei a la Iglesia, y él ha respondido que ¡nada! Todo ha sido obra de Dios. En el punto número 489 de Forja, hablando del trabajo, dice: “insisto, la sencillez de tu labor ordinaria, en los detalles monótonos de cada día, has de descubrir el secreto —para todos escondido— de la grandeza y de la verdad: el Amor”.
En sus comienzos sólo se rodea de jóvenes, pobres y enfermos.
El 2 de octubre de 1928 nace el Opus Dei. El 14 de febrero de 1930, durante la Santa Misa, ve que es voluntad del Señor que en el Opus Dei haya también mujeres. El 14 de febrero de 1943 funda la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz, sacerdotes ordenados en el Opus Dei.
Como ha aconsejado Benedicto XVI a los jóvenes en la Jornada Mundial de la Juventud, “pedid al Señor como el ciego del Evangelio, Bartimeo, ¡Señor, que vea!”, San Josemaría decía: “¡Señor, que vea!, ¿qué quieres de mi?”. Es una llamada a la santidad. ¡Qué maravilla! Gracias a la oración, al trabajo, al esfuerzo de tantos, reconocidos públicamente o en el anonimato, desde distintas partes del mundo, todo ha sido ¡impresionante! El recibimiento lleno de cariño al Papa de la sabiduría y la bondad, tanta alegría, orden, la ilusión de tantos jóvenes del mundo entero: un milagro de Dios. Cómo se ha disfrutado de la salud y bienestar del Santo Padre: seguro, Dios con nosotros. Benedicto XVI decía hace poco: “quiero invitaros a conocer mejor la Biblia, que espero la tengáis en vuestras casas para decidiros a leerla y meditarla en la oración”. El fundador del Opus Dei decía: “leed la Escritura Santa, meditad una a una las escenas de la vida del Señor, hacedlas propias, con alegría, fe y esperanza”.
La Iglesia Católica es así.
Pedimos, rogamos para que esta impresionante multitud de jóvenes de la Jornada Mundial de la Juventud sepa descubrir dónde está la virtud, la justicia, la paz, el amor verdadero y la esperanza de un mundo mejor.