Olvidados de Valdenoceda
El pequeño municipio burgalés de Valdenoceda albergó durante más de seis años —entre 1938 y 1945— una de las prisiones de castigo más duras de la época de posguerra. Más de tres mil presos republicanos malvivieron en condiciones infrahumanas en una antigua fábrica de sedas que el régimen franquista transformó en una de las cárceles más cruentas de toda España. Por ese penal pasaron 5.834 personas que soportaron una vida marcada por el frío, el hambre y los castigos físicos. Muchos no pudieron aguantar y murieron. Hay constancia documental del fallecimiento de 154 presos, de los que 13 eran naturales de la provincia de Jaén. Los fallecidos eran enterrados en una fosa común. Desde el año 2005, la Asociación de Familiares de Represaliados en Valdenoceda trabaja para poner nombre a esos restos.

Durante esta década de trabajo se han conseguido exhumar 116 cadáveres. Los otros 39 están sepultados bajo enterramientos posteriores, ya que el lugar en el que fueron inhumados fue adquirido en 1989 por la parroquia del pueblo para ampliar el cementerio. Se ha podido identificar plenamente a 49 de los fallecidos. ¿Cómo? Con el trabajo antropológico de un equipo forense y, también, con una ardua labor de búsqueda que pretende localizar a sus descendientes directos de aquellos presos para hacerles pruebas de ADN. Con estos métodos, la Asociación ha conseguido contactar con los familiares de ocho de los reclusos jiennenses que penaron en Valdenoceda. Esa localización sirvió para identificar los restos de seis presos, que fueron devueltos a sus parientes. Hay otras dos familias a las que se les ha extraído muestras de ADN que se cotejaran con los cuerpos exhumados.
Ahora, la Asociación quiere dar un empuje a su búsqueda y trabaja para dar con los allegados de los otros cinco reclusos jiennenses cuyos descendientes aún no han sido localizados. Por ello, ha vuelto a hacer públicos los nombres de esos presos. El objetivo es localizar a alguien que los recuerde y que pueda aportar algún dato para dar con el paradero de sus familiares. En definitiva, sacarlos del olvido en el que están desde hace casi setenta y cinco años.
De este modo, y a lo largo de los últimos años, la Asociación ha podido rescatar la memoria de seis presos jiennenses, cuyos restos mortales fueron devueltos a sus parientes. Es lo que ocurrió, en marzo de 2010, con Bernabé Ruiz Castillo, un alcalaíno fallecido en febrero de 1941 por una “colitis ulcerosa” —un eufemismo usado en Valdenoceda para esconder el hambre— o el fuensanteño José Venzalá Carrillo.
Ya en junio de 2013, fueron entregados los restos de Roque González Bueno y de Pedro Medina Lozano, natural de Marmolejo. Más recientemente, en concreto el pasado mes de junio, la Agrupación de Represaliados de Valdenoceda encontró a los familiares de Pedro Blanco Cobo, nacido en Villanueva de la Reina y que falleció el 29 de marzo de 1941; y de Vicente Bellido, un jornalero nacido en Alcaudete y residente Martos. Fue su sobrino, que vive en el Monte Lope Álvarez el que recogió los restos y los llevó a su pueblo.
Este colectivo, que trabaja por recuperar la Memoria, reclama la difusión de estas historias para tratar de avanzar en una ardua tarea de localización de descendientes. Cerca de cincuenta de aquellos presos que sufrieron las penalidades de Valdenoceda ya descansan en paz. Casi un centenar esperan que alguien les haga justicia.