Olivos secos

Desde Jaén. Pasaba por El Carpio en dirección de Jaén con unos amigos del norte. En la cornisa cantábrica no están acostumbrados a ver extensiones de olivos, perfectamente alineados, sin barreras ni setos, bosquejos o lindes, que rompan el paisaje. Preguntaban: ¿Después de donde se pierde la vista sigue habiendo más olivos? ¿Cómo mantienen el suelo tan limpio? y por último: ¿Y esos olivos secos? Los olivos se secan. Y es evidente.

    29 jul 2012 / 09:46 H.

    Las universidades de Jaén y Córdoba van a abordar la búsqueda de soluciones, la fórmula mágica que un químico fabrique en su retorta. Una vacuna que cure la verticilosis o seca del olivar. Juan Molina, investigador operativo, lleva observando el olivar de Jaén desde hace décadas. Incluso llegó a declarar la guerra al verticillium, ese hongo al que echan la culpa de la seca del olivar. Pues Molina afirma, en el Curso de Avances en Producción Integrada (UJA), que la causa de la seca no es el hongo, sino la consecuencia de unas malas prácticas generalizadas, extendidas y no prohibidas. O sea, dicho poéticamente: “verticillium eres tú” se dijo y se hizo amigo del hongo. Aquellos que riegan por el riego; los que no, ven cómo se secan sus olivos, los reponen y vuelven a doblar, cuando los llevan a analizar no encuentran restos del hongo, pero sí de otros. Algo cambia cuando en medio siglo no se recuerda ese fenómeno, y ahora sí se da. En el arroyo no hay ranas, y en el piojal los tomates padecen las siete plagas. El piojal contamina el olivar, y si no hay piojal, el riego, y donde no hay riego la poda, pero siempre vence el hongo, enferma la planta y esta dobla para siempre. Molina, el que combatiría el hongo y ahora es su aliado, asegura que es imposible intentar luchar contra un hongo en un medio que le es afín, pues ha sido la forma de trabajar los suelos la que ha permitido que una gama de hongos ocupe los nichos que dejan libres las mostazas, los jaramagos, los periquillos, las collejas, el pelitre, los cardillos, los hongos que cada especie lleva asociados incluidos las micorrizas del olivar. Supón que a un tapiz le vamos sacando hilos, el tapiz se vuelve insostenible. Es lo que, según Molina, se lleva haciendo desde hace treinta años en el campo: pasando tierra calma, o de cultivos de cereal al olivar. Dejando suelos pelados sin cubierta de suelo vegetal, con cobres que para evitar —dicen— el repilo, se cargan las micorrizas del olivo. Y bla, bla, bla. Y luego nos preguntamos por quién doblan los olivos. En el norte, la cornisa, no saben de seca de olivar: ellos tienen las minas, de futuro negro; nosotros, el
    intensivísimo olivar.
    Fernando Zaldúa Muñoz