Olivo, gran palabra
Miguel A. López Hernández, desde Baeza.- Líbano tiene un cedro en su bandera. Canadá tiene asimismo una hoja de arce en su enseña nacional. Pues bien, son muchos los paisanos que tienen enarbolados en su corazón, la bandera del olivar, que aman y defienden por doquier como cultura y modo de vida aquende y allende,
teniendo como horizonte cultural la ribera Mediterránea. Una rama de olivo viene a significar la paz. Picasso con su Paloma hizo de ello todo un símbolo. No digamos el alivio que tuvo Noé cuando la paloma le llevó la ramita de olivo, marcando así una señal en el final de El Diluvio. Paisajes de olivos, han sido tema, predilecto e inspirativo de poetas y pintores. Cítese a don Antonio Machado y a don Federico García Lorca, verbigracia. Tema también favorito en la cerámica antigua. “Hoyico de pan y aceite”, has sido la merienda de muchos andaluces, ¡tantos recuerdos! De este tema se pueden hacer por pasión y extensión miles de tesis doctorales e innumerables escritos que rebosen sentimientos que cría y crea el alma de todo lo que ve y siente. Olivo: verdor y luz sagrada del terruño de Andalucía, gran proveedora universal. Olivar, símbolo de dignidad y de eternidad, manantial de palabras del pueblo, del sustento y del esfuerzo. Aceite: Oro que no se valora como es debido. Sostén de familias. Su tierra, la gran diosa olvidada. Vórtice de vida e imán de la economía. Eso es el olivar y muchísimo más. Común denominador de la Historia. Alimento milagroso: su aceituna y aceite, casi panacea. Combustible de candil y estufa. Árbol que proporciona perfume y untura. Olivo, árbol milenario oriental, alabado por las religiones de libro. Aceite, unción sagrada de reyes. Recurrente tema numismático. Fue en el huerto de Getsemaní donde Jesús oró con dolor y pena. Lean: Entre hombres y dioses Introducción a la Cultura del Olivo de Mateo Bonazzi, libro que les cultivará y cautivará.