Olivareros: Menos samba y más vender

No se me enfaden, pero ya está bien el cuento del Papá Subvención siempre detrás del olivarero desamparado, víctima de los bajos precios y las malvadas triquiñuelas de los grandes grupos del sector oleícola.

    16 jun 2009 / 22:00 H.

    Asaja se descuelga ahora con la convocatoria de otra manifestación para principios de julio ante la situación de “catastrófica” del olivar en Jaén. Y UPA, Coag y la propia Asaja se van a Luxemburgo para pedir más y más, al calor de una protesta general de agricultores europeos. ¡Venga ya! Que acaban de aprobar el almacenamiento privado, o lo que es lo mismo, dinero para guardar el aceite en las bodegas hasta que suban los precios, y se siguen quejando amargamente por los rincones. Una medida que es pan para hoy y hambre para mañana, pero tanto se han empeñado, que ahí la tienen. Pero sólo es un parche. El futuro pasa simplemente por una fórmula tan obvia como repetida: unirse y abrir mercados. Unirse para ser fuertes y tener capacidad de decisión, y abrir mercados porque sólo un 3%  de la población mundial consume aceite de oliva virgen, así la posibilidad de crecer es espectacular. Nada nuevo. Ya se sabe, ya lo saben, hasta la saciedad, pero desde luego es más sencillo llorar y vivir de ayudas. Como siempre, como manda la tradición más inmovilista típicamente jiennense. Ahí están los que se “echan al monte” con el aceite debajo del brazo y venden su aceite puerta a puerta, como hacen ahora algunos quijotes oleícolas que se buscan la vida y convierten la crisis en un nicho de oportunidades. Pero son bichos raros. Lo cierto es que con esta cultura de la subvención no vamos a ninguna parte. Va a pasar como el cuento de Pedro y el lobo, que cuando necesiten ayudas de verdad, no nos lo vamos a creer.