Olivareros de todo el planeta plantan 75.000 hectáreas más
El milenario cultivo del olivo no para de expandirse por todo el planeta. Se estima que el mundo cuenta con unos 750 millones de árboles que producen aceituna. Una cifra más que considerable y que convierte al olivar en la plantación permanente que ocupa una mayor superficie en el ámbito internacional. Sin embargo, no se trata de un sector estancado. Más bien todo lo contrario: tiende a expandirse y a internacionalizarse.

Así, al menos, lo asegura un estudio elaborado por Juan Vilar, presidente de la empresa alemana GEA Westfalia Separator Ibérica. En este sentido, el informe aporta un dato llamativo: Durante la campaña 2014/2015, que está a poco más de un mes de cerrarse, la superficie mundial dedicada al olivar ha crecido un 0,7 por ciento. Se han plantado más de 75.000 nuevas hectáreas en el planeta, lo que, en números redondos, supone unos tres millones nuevos de olivos, que serán productivos dentro de unos años.
La pregunta que surge es qué países están detrás de este auge. La lista, según el estudio de GEA Westfalia, está encabezada por estados del norte de África, como Marruecos y Túnez; seguidos por Chile, Argentina, Uruguay y Perú en América del Sur. China e India también apuestan por el olivar y copan el crecimiento en Asia. En Europa, es Portugal el país que más olivos nuevos ha plantado durante la última campaña.
En la actualidad, ya hay cultivadas más de 11 millones de hectáreas de olivar en el planeta, lo que lo convierte en la plantación permanente que ocupa una mayor superficie a nivel internacional. El 73 por ciento de esta extensión corresponde al olivar tradicional, ubicado en la cuenca del Mediterráneo principalmente, mientras que el 26 por ciento es olivar intensivo europeo, asiático, americano y oceánico. Finalmente, el olivar de alta densidad ocupa ya más del 1 por ciento de la superficie total de olivar, sobre todo en países que son nuevos productores de aceite de oliva. En cuanto al destino de la producción del olivar mundial, el 90 por ciento se dedica a la elaboración de aceite, mientras que el 10 por ciento restante se orienta a aceituna de mesa.
Juan Vilar señala que esta expansión del cultivo, que tras unos años vuelve a ser racionalmente positiva, está íntimamente ligada a los precios de los cultivos de estación (cereal, oleaginosas…) y de los cultivos permanentes (nuez, almendra…) sujetos a demanda creciente y, por consiguiente, a tensión de precios. “De hecho, durante las últimas tres campañas, las preferencias en la elección del olivo para su cultivo industrial se han visto aminoradas por la influencia del almendro, debido fundamentalmente a los buenos precios que la almendra ha experimentado en este periodo”, explica.
Las variedades mayoritarias escogidas en las nuevas plantaciones de olivar han sido arbequina, arbosana, koroneiki y picual.
Para Juan Vilar, esta expansión es muy importante para el sector por dos motivos fundamentales. “El primero es que pone de manifiesto que se trata de un sector dinámico económicamente; y el segundo, pero más importante, es que este crecimiento supone un incremento de la demanda, ya que el consumo de aceite de oliva y aceituna de mesa es muy superior en aquellos países productores si se comparan con países exclusivamente consumidores”, concluye.