16 sep 2014 / 18:41 H.
Hay quien se ríe porque sigo llevando un móvil prehistórico, es decir, un “zapatófono” de toda la vida, pero es que ¡solo lo quiero para llamar o que me llamen!. Por la calle, al menos tres de cada cinco personas va atendiendo a su móvil, es tanta esta obsesión por él que está rompiendo el contacto directo entre las personas, en las comidas familiares nuestros jóvenes ni en la mesa dejan el dichoso aparatito, y se van con él hasta a la cama pasándose hasta altas horas de la madrugada wasapeando, algo sobre lo que ya nuestros expertos están poniendo la voz de alarma por los trastornos de sueño, concentración, que esto ocasiona. Más grave aún son los casos que se están dando de sexting, o lo que es lo mismo, difundir por móvil fotos o vídeos de contenido sexual, debemos ser conscientes de que una vez enviados son irrecuperables, y pueden llegar a manos de cualquiera. Otra “tontá” con móvil son los selfies, o autofoto, a veces arriesgadas que ya han costado vidas. Tan útil como peligroso este chisme causa patologías propias como la nomofobia y eso ya lo miráis en wikipedia que yo me voy a mi barrio.