Obras son amores, pero con planificación y sentido común

Las obras para la instalación del sistema tranviario han entrado esta semana en una de sus fases más llamativas, con el impresionante derribo del puente sobre la carretera de Madrid y los no menos espectaculares atascos en esa transitada zona de la capital jiennense.

    26 jun 2009 / 11:34 H.

    Acceder al centro hospitalario o al Polígono industrial de Los Olivares se ha convertido en una pesadilla, además del acceso a la capital desde la Nacional 323, que ha transformado la única vía de entrada en un embudo interminable a cualquier hora del día. Los agentes de Policía se afanaban en regular la circulación, pero resulta imposible ante la intensidad de los vehículos y el mínimo espacio establecido para pasar. Sobre el papel se ha diseñado un operativo que en teoría puede ser efectivo, pero que en la práctica, resulta caótico y genera largas retenciones de vehículos. Se de la circunstancia de que los principales afectados son personas que acceden a su puesto de trabajo o que acuden a alguna consulta en el Neurotraumatológico, con lo que los retrasos generan problemas añadidos.
    Nadie duda de que desde el Ayuntamiento se trabaja en la línea de evitar al máximo las de por sí inevitables molestias a los ciudadanos. Pero se puede hacer mejor y es de justicia reclamarlo. Desde la calle se percibe una descoordinación manifiesta a la hora de planificar obras, que afectan a la práctica totalidad de los barrios e impiden tomar rutas alternativas porque, sencillamente, es complicado encontrar una zona de la ciudad sobre la que no se esté actuando. Dentro de unos meses es cierto que la mejora será palpable, pero no es de recibo tal cúmulo de proyectos en el mismo espacio de tiempo. La calidad de vida debe ser una premisa a la hora de tomar decisiones en la gestión municipal y la situación actual de la capital deja mucho que desear en ese sentido. Las obras son necesarias, pero no lo justifican todo.