Hasta siempre
Nos dejó, Dolores Machado Cuadros, de Puente de Génave
Quizás el destino estaba escrito. Un adiós sin sufrimiento, lejos de molestar, solamente a los precisos, y como aquello que te cuentan, y todavía no te lo crees. El barrio de Viña Vieja, en Puente de Génave, se quedó el pasado 12 de diciembre, sin una de sus vecinas carismáticas, Dolores Machado Cuadros. Le gustaba fresquear, cuidar de sus macetas, vivir agusto en su casa remodelada hace unos años, salir a pasear y un sentimiento profundo, por un lugar de antaño cargado de recuerdos, La Almohadilla. Dolores es una de las personas, que siempre llevaremos en el corazón de la familia, quiso la vida, fraguar una amistad por vivir en la misma calles a pocos metros. Dispuesta a quedarse con el niño, a contarnos sus cosas, a mostrar su alegría, cuando el Barça ganaba, recordando sus años en tierras catalanas, la tierra donde dejó a su hija e hijos. Nos tendía la mano y correspondíamos con la misma generosidad que ofrecía, cuando necesitaba algo. Con sus cosillas de salud, nunca podíamos imaginar, que esa generosidad, se esfumaría en un mes del calendario. Por antepenúltima vez, la vimos al lado de la lumbre, denotaba cansancio, y todos queríamos pensar, en una mejoría inminente. Pero, una noche, tuvo la entereza de aguantar dolor, por no molestar a su hijo Ramón. Después todo fue una cadena, un ratito en su casa a la vuelta del hospital, nos dio la sensación, que todo era posible. Desgraciadamente, no lo fue. La víspera de Santa Lucía, Dolores en una tarde de lluvia y frío, quedaba al lado de su esposo Ramón, fallecido hace unos años. Un día que seguro de haber vivido, Dolores, hubiera mostrado su alegría, por la noche eufórica de sus colores, el desenlace del guión, parece como si también estuviera escrito, para no defraudar. Ahora, cuando seguimos pensando que su puerta no se abre, porque quizás esté en Barcelona de temporada, con la familia, tendremos que acostumbrarnos, a una verja, fría, cerrada, un portero tras un sonido, al que nadie responde. Comienza una nueva etapa, la de asimilar que la abuela Dolores, nos ha golpeado, por Navidad y que su figura propia de las mujeres trabajadoras que ha dado el campo y la propia vida, ha desaparecido en vivo, pero no en el recuerdo. El 3 de febrero de este año, en las páginas de Diario JAEN, Dolores relataba la historia de su vida como emigrante retornada. Una página enmarcada que ocupa un lugar destacado en el pasillo de su vivienda y que con cariño y atención, en las horas previas a su adiós, todos los que pasaron su casa, leían con atención. Ahora, tocan recuerdos más recientes. El aprendizaje de muchas lecciones por medio del día a día, las guardamos a partir de estos momentos, conforme nos hagan falta, las sacaremos y a buen seguro, que en cada momento oportuno, la mentaremos para recordad algo de sus anécdotas, de los momentos que nos hizo disfrutar. Adiós, Dolores, querías compartir con nosotros la ilusión de la Lotería de Navidad, no podrá ser, pero salga el número que salga, el 22 de diciembre, nuestro premio será el haberte conoció, en tu estado puro. Ya sabemos en que lugar descansas, de ese lugar donde solías visitar a Ramón, no te preocupes, tendremos ahora un doble motivo, para al menos compartir un rato de oración y silencio. Será Viernes de Dolores, y como algunos años, el próximo en especial, también tendrás flores, de tu vecino, para que las compartas con tu nuevo vecino, tu esposo.
Por Francisco Juan Torres Higueras
Puente de Génave
A mi amigo Rafael Cueto Saavedra
Yo le llamaba “El Marqués”, y decir cosas bonitas de una persona que nos ha dejado es fácil, aunque, a veces, sea mentira. Los hechos y los valores en vida es la mejor carta que se puede dejar escrita, yo que le he dicho “te quiero”, le he dado las gracias y le he pedido perdón. Él ha sabido comprender y comprenderme, querer y quererme, amigo, amigo, amigo. Para aquellas personas que lo conocieron de puertas abiertas, les diré como yo lo veía a él. Le escribe su amigo “El Loco”, como cariñosamente me llamaba Rafael “El Marqués” (este no daba un palo al agua). Fue una persona rara. Yo lo conocí, ahora hace ocho años, un día que fui a verle con mi compadre Ramón donde trabajaba, en un conocido concesionario de coches de la Avenida de Granada, donde desempeñaba el trabajo de gerente, para comprar, nada más y nada menos, que siete coches de marca “lagunas”, dos para mí y cinco para mi compadre, el de los congelados y ahora churrero.
Pues pasaba por el lado nuestro y ni nos miraba, a pesar de la importancia de la compra. Siempre que lo comentábamos mi compadre y yo, “el señor Marqués” se cabreaba y nos decía, “pero si no nos conocíamos”.
Él tenía pasión por su familia y por sus amigos y yo estaba en ese frente. Me decía que yo había dejado de ser su amigo, para pasar a ser de su familia. Y me lo demostró. Coincidimos, por cosas de la vida, en el mismo barrio, Puente Tablas, y el corazón de Rafa me daba que no era tan cerrado y duro como podría aparentar y me colé en él para ver como es realmente un amigo. Pero, ¡me cachis!, entonces fue cuando empezó a darle la lata su salud, y ýyo soy un miedoso de todo que se llame salud. Empezamos a vivir un mundo de vivencias espectaculares. Rafa, como persona trabajadora y emprendedora, había empezado de botones en el concesionario comentado anteriormente, para llegar, con tesón y trabajo, a ser propietario del mismo. Luego construyó un centro de servicios en Guarroman, con hotel, gasolinera y tiendas. Además, tenía un sin fin de proyectos que no lo dejaban vivir y que jamás podrá terminar. Pero bueno, quedará su obra, de este “berrinches” como le llamaba Antoñita, su esposa, “mi chati” de su alma. Yo le preguntaba por qué tenía tantos hijos y me reía, porque él me contestaba: “Luis, la importancia del matrimonio no se deriva de que los adultos produzcan niños, sino que los niños produzcan adultos”. Y qué verdad que es. Quiero decir a aquellas personas de Puente Tablas que Rafael Cueto admiraba su barrio, sus gentes (menos los de los perros sueltos que se cagan en las puertas de los vecinos, como el mío). Y que las ansias de vivir que me demostró nos las tendríamos que aplicar a todos. Fue valiente, sincero. Espero y deseo que donde quiera que estés, no cantes, ni bailes, porque te echarán del paraíso, pero se lo compensaran por ser un señor y tener un gran valor humano. Rafa, tener un amigo es déficit, perderlo es una pena que llevare siempre en mi corazón.
Yo no fui el amigo de las cañitas, tú te merecías tener los amigos que tenías a tu lado. Gracias por dejarme ser tu “amigo”, que es una palabra que se dice mucho y no se le da el valor que realmente tiene. Te decía “viejo”, porque tenías el pelo blanco y me contestabas con una gran carcajada, pues así era como te reías. La vejez tiene dos ventajas: dejan de dolerte las muelas y se dejan de oír las tonterías que se dicen alrededor. Rafa me siento un privilegiado, aún sabiendo que te marchabas, has tenido la valentia y el cariño de despedirte de mí. Será unas de las cosas que jamás olvidaré. Cuando me diste la mano y me dijiste: “amigo, me voy, nos veremos pronto, hasta luego”.
Tu amigo Luis González
Jaén
Casiana Parras Molina de Jaén
Una pérdida que cuesta mucho sobrellevar
Cuando falleció no derramé una sola lágrima, pero sabía que iba a llorar su pérdida toda la vida y la lloro continuamente, cada vez que me acuerdo de ella. Hace justamente un año, a mi madre le urgió un problema de riñón y tuvo que ir a la diálisis. Luchó por superar su enfermedad y lo llevó dignamente. Quiero agradecer desde aquí a todo el personal sanitario que la atendió en el hospital mientras estuvo ingresada, el trato exquisito que le dieron a mi madre. Agradezco a todos los que en el entierro nos acompañaron y a los que nos dieron su pésame que han sido muchos, Se me han quedado grabadas las últimas palabras que le dedicó mi padre en el cementerio: “Ha sido toda una campeona”. Ella siempre fue una gran madre para sus cinco hijos (también tuvimos un hermano que se murió con meses) y una buena esposa para su marido. Había nacido en Otíñar y allí están enterrados mis abuelos. Pero, en tiempos de Franco, les expropiaron las tierras: El pueblo, que estaba formado por colonos, desapareció y ella y sus hermanos tuvieron que venirse a vivir a Jaén. Se vieron obligados a abandonar su casa, sus tierras y ganado. Ella siempre nos inculcó el amor a la familia y sus hermanos, mis tíos, también nos han enseñado que la familia es lo más importante en la vida. Los cinco hermanos que somos, somos una piña y estamos todos pendientes de nuestro padre, porque nuestra madre nos lo enseñó, y también él. Siempre mujer que respetó a los demás y a la que respetaron. Hemos vivido en San Juan, El Tomillo y, finalmente, en el Polígono del Valle y ahí seguimos. Mis padres se encargaron de que fuéramos buenas personas y el respeto a los demás. Tu hijo Antonio Lechuga.
Manuel García Morente de Arjonilla
Un prócer de España Nacido en Arjonilla
El pasado 7 de diciembre se cumplieron 66 años de la muerte prematura de Manuel García Morente. Todavía creo que no se ha valorado la verdadera dimensión de este intelectual de nuestra tierra. García Morente fue un filósofo, pensador, traductor, escritor, una de las cumbres de la intelectualidad española de la primera mitad del siglo XX. Un gran ensayista. Había nacido en Arjonilla el 22 de abril de 1886, en el seno de una familia acomodada. Su padre era oftalmólogo y terrateniente, muy vinculado a la cultura y vida francesa. Tanto es así que Manuel García Morente realizó sus estudios medios en el Liceo de Bayona y los superiores en París, licenciándose en Letras en la Sorbona. Una etapa de formación y madurez que le hará abandonar sus raíces tradicionales cristianas para llegar a un sólido agnosticismo. De regreso a España, fue becado para ampliar sus estudios en Alemania, en Marburgo, Berlín y Munich. Allí coincidió con Ortega y Gasset, Julián Besteiro y Pérez de Ayala. De vuelta a España y a Madrid, Giner de los Ríos lo vincula a la Institución Libre de Enseñanza. En 1912 obtiene la Cátedra de Ética de la Universidad Central de Madrid, y se doctora en Filosofía con una investigación sobre la estética en Kant. Alterna la docencia con una profusa labor traductora de pensadores alemanes y con escribir para diversas editoriales. Un libro sobre la Filosofía de Kant se lo dedica a De los Ríos. En 1923 comienza a publicar en la Revista de Occidente. El mismo año que pierde a su mujer. En 1926 fue decano de la Facultad de Filosofía y Letras y tres años más tarde Subsecretario de Instrucción Pública y Bellas Artes, entre otros cargos. J. V. Córcoles.
Alfonso Ramírez Cano de Jaén
“Alfonso: Te amo”
Hola Alfonso o como una vez que me equivoqué y te dije “Albonso”, lo que te reíste, así eras tú, con mucho sentido del humor, mucha sensibilidad, gran humanidad, muy inteligente, con mucho sentido común, muy generoso, muy cariñoso y mil valores más. No hay espacio suficiente en una hoja de papel, aunque eso ya lo sabían y lo he podido comprobar estos días, la gran cantidad de AMIGOS, con mayúscula, que tenías y de los que siempre me decías, te sentías muy orgulloso.
Quiero que todo el que lea estas palabras que te escribo, sepa, que sí existe la plenitud del amor es el que tu y yo conseguimos en poco tiempo, un poco más de año y medio, lo que a otras parejas les cuesta conseguir durante toda una vida o desistiendo por multitud de razones, piensan que es mejor seguir cada uno por su lado y a veces así es mejor, de eso, además, sabíamos los dos. Teníamos una afinidad tan grande que a veces daba miedo, a veces pensábamos lo mismo sin hablar y ¡éramos tan felices!. Teníamos el proyecto de irnos a Menorca, a embarcarnos en montar un criadero de perros, ya que nuestro amor por los animales y, en concreto, por los perros era grande, incluso teníamos el nombre, Epi-Rúguica Balear, en homenaje a los nuestros (Epi y Ruga), ¡lo que te echan de menos! Poco más, me acuerdo que siempre decíamos que el día mas feliz de nuestra vida, fue cuando nos casamos, aunque para mí el haberte cuidado desde junio a noviembre, ha sido el mayor de los regalos. Podíamos estar más tiempo juntos. ¡Y no nos cansábamos de estarlo! Decías que sólo querías estar conmigo, que me querías tanto que te dolía hasta físicamente, pero tengo roto el corazón, porque siempre pensamos en envejecer unidos. Te echo de menos todos los días y así será siempre; me acompaña tu ejemplo de vida, que intento seguir, aunque el listón me lo has dejado muy alto, también quiero que sepas que sigo enamoradísima de ti. Necesito ver tus fotos todos los días, aunque llore. Tu me dirías que no sea tonta, que el trabajo es importante y que no lo descuide, porque tú también me dabas ejemplo de trabajador infatigable. Quiero desde aquí dar las gracias a todos los nuestros por estar ahí y a tí por haber existido y haberme dado el tiempo más feliz de mi vida y sentido a la expresión “Te amo”, que a veces decimos sin pensar. “Tanto tiempo esperándote”, como dice la canción de Serrat.
Tu esposa Julieta Trujillo
Muchas ilusiones truncadas para un barman excelente
Miguel García Hernández de Andújar
Miguel García Hernández quedará para todos los suyos y los que le conocieron en el recuerdo. A la edad de 60 años, este iliturgitano se nos fue en las vísperas de unas fiestas marcadas por la emotividad y la familiaridad. Nacido en Andújar, Miguel se fue a los 17 años de su pueblo natal. Era la década de los sesenta y había que buscar la vida en otros horizontes. Primero se fue a Barcelona, a Canarias —en una breve etapa—, para afincarse en Ibiza y vivir de su profesión, dentro de la hostelería, como barman. En las islas Baleares encontraría su marco para su profesión y para su afición. Una profesión que le llevó a participar en varios campeonatos internacionales en Bruselas, en Londres, ganando el campeonato de España en Barcelona. De creación propia era el cóctel “órbita matinal”. Casado con Paquita Pedrajas, el matrimonio tuvo dos hijos, Miguel y Pedro. Su viuda nos manifiesta que quiere aprovechar estas líneas para expresar su gratitud a la unidad de oncología del Hospital de Jaén y al Hospital Alto Guadalquivir por su profesionalidad y sentido humano mostrado con Miguel. La muerte, siempre inoportuna ha truncado muchas ilusiones de un hombre al que le apasionaba la pesca, la vida en el mar, pues tenía un barco con el que vivir mil y una experiencias. En Andújar, cuando venía en época vacacional, gustaba del campo, de la sierra y de la naturaleza. Juan Vicente Córcoles.

Por Francisco Juan Torres Higueras
Puente de Génave

Pues pasaba por el lado nuestro y ni nos miraba, a pesar de la importancia de la compra. Siempre que lo comentábamos mi compadre y yo, “el señor Marqués” se cabreaba y nos decía, “pero si no nos conocíamos”.
Él tenía pasión por su familia y por sus amigos y yo estaba en ese frente. Me decía que yo había dejado de ser su amigo, para pasar a ser de su familia. Y me lo demostró. Coincidimos, por cosas de la vida, en el mismo barrio, Puente Tablas, y el corazón de Rafa me daba que no era tan cerrado y duro como podría aparentar y me colé en él para ver como es realmente un amigo. Pero, ¡me cachis!, entonces fue cuando empezó a darle la lata su salud, y ýyo soy un miedoso de todo que se llame salud. Empezamos a vivir un mundo de vivencias espectaculares. Rafa, como persona trabajadora y emprendedora, había empezado de botones en el concesionario comentado anteriormente, para llegar, con tesón y trabajo, a ser propietario del mismo. Luego construyó un centro de servicios en Guarroman, con hotel, gasolinera y tiendas. Además, tenía un sin fin de proyectos que no lo dejaban vivir y que jamás podrá terminar. Pero bueno, quedará su obra, de este “berrinches” como le llamaba Antoñita, su esposa, “mi chati” de su alma. Yo le preguntaba por qué tenía tantos hijos y me reía, porque él me contestaba: “Luis, la importancia del matrimonio no se deriva de que los adultos produzcan niños, sino que los niños produzcan adultos”. Y qué verdad que es. Quiero decir a aquellas personas de Puente Tablas que Rafael Cueto admiraba su barrio, sus gentes (menos los de los perros sueltos que se cagan en las puertas de los vecinos, como el mío). Y que las ansias de vivir que me demostró nos las tendríamos que aplicar a todos. Fue valiente, sincero. Espero y deseo que donde quiera que estés, no cantes, ni bailes, porque te echarán del paraíso, pero se lo compensaran por ser un señor y tener un gran valor humano. Rafa, tener un amigo es déficit, perderlo es una pena que llevare siempre en mi corazón.
Yo no fui el amigo de las cañitas, tú te merecías tener los amigos que tenías a tu lado. Gracias por dejarme ser tu “amigo”, que es una palabra que se dice mucho y no se le da el valor que realmente tiene. Te decía “viejo”, porque tenías el pelo blanco y me contestabas con una gran carcajada, pues así era como te reías. La vejez tiene dos ventajas: dejan de dolerte las muelas y se dejan de oír las tonterías que se dicen alrededor. Rafa me siento un privilegiado, aún sabiendo que te marchabas, has tenido la valentia y el cariño de despedirte de mí. Será unas de las cosas que jamás olvidaré. Cuando me diste la mano y me dijiste: “amigo, me voy, nos veremos pronto, hasta luego”.
Tu amigo Luis González
Jaén



Quiero que todo el que lea estas palabras que te escribo, sepa, que sí existe la plenitud del amor es el que tu y yo conseguimos en poco tiempo, un poco más de año y medio, lo que a otras parejas les cuesta conseguir durante toda una vida o desistiendo por multitud de razones, piensan que es mejor seguir cada uno por su lado y a veces así es mejor, de eso, además, sabíamos los dos. Teníamos una afinidad tan grande que a veces daba miedo, a veces pensábamos lo mismo sin hablar y ¡éramos tan felices!. Teníamos el proyecto de irnos a Menorca, a embarcarnos en montar un criadero de perros, ya que nuestro amor por los animales y, en concreto, por los perros era grande, incluso teníamos el nombre, Epi-Rúguica Balear, en homenaje a los nuestros (Epi y Ruga), ¡lo que te echan de menos! Poco más, me acuerdo que siempre decíamos que el día mas feliz de nuestra vida, fue cuando nos casamos, aunque para mí el haberte cuidado desde junio a noviembre, ha sido el mayor de los regalos. Podíamos estar más tiempo juntos. ¡Y no nos cansábamos de estarlo! Decías que sólo querías estar conmigo, que me querías tanto que te dolía hasta físicamente, pero tengo roto el corazón, porque siempre pensamos en envejecer unidos. Te echo de menos todos los días y así será siempre; me acompaña tu ejemplo de vida, que intento seguir, aunque el listón me lo has dejado muy alto, también quiero que sepas que sigo enamoradísima de ti. Necesito ver tus fotos todos los días, aunque llore. Tu me dirías que no sea tonta, que el trabajo es importante y que no lo descuide, porque tú también me dabas ejemplo de trabajador infatigable. Quiero desde aquí dar las gracias a todos los nuestros por estar ahí y a tí por haber existido y haberme dado el tiempo más feliz de mi vida y sentido a la expresión “Te amo”, que a veces decimos sin pensar. “Tanto tiempo esperándote”, como dice la canción de Serrat.
Tu esposa Julieta Trujillo
